Las elecciones del pasado viernes en Irán sirvieron a los iraníes para "limpiar la casa" y dar un fuerte respaldo a las políticas moderadas, de acercamiento a Occidente y de apertura económica del presidente Hasán Rohaní, dejando de lado a los representantes más extremistas de su panorama político.

Los resultados de los comicios para el Parlamento y la Asamblea de Expertos, más allá del reparto final de escaños entre los diversos grupos políticos, permitieron en primer lugar constatar la resurrección del movimiento reformista tras la represión de 2009, el apoyo a Rohaní y sus políticas y el rechazo generalizado a los elementos más recalcitrantes del régimen, que han recibido una humillante lección en las urnas.

El complejo sistema político iraní, que mezcla elementos de genuina democracia con rasgos teocráticos y autoritarios en manos del clero chiíta, se vio también reforzado tras estas elecciones, en las que participó un gran número de ciudadanos que, pese a las innegables restricciones del sistema, hicieron valer su opinión y dieron a conocer sus preferencias de forma concisa.

Ha sido en Teherán donde ese mensaje se ha dado con mayor y más clara rotundidad y donde, como publicó ayer la prensa reformista nacional, los iraníes comenzaron a "limpiar la casa".

En la mayor circunscripción electoral del país, y donde la pugna era más abierta, con mayor número de candidatos por escaños y donde pudieron concurrir representantes de todos los sectores, incluidos los pocos reformistas comprometidos que no fueron vetados por el Consejo de Guardianes, el resultado fue abrumador.

La consecución de todos los 30 escaños y de 15 de los 16 representantes en la Asamblea de Expertos que, aún a falta de la confirmación oficial, obtuvo la "Lista de la Esperanza", que aglutinó a reformistas y moderados en Teherán, envía un mensaje difícil de ignorar.

Pese a que los "principalistas", el grupo cercano al líder supremo, Alí Jameneí, que acoge a los elementos más radicales de la política iraní, mantendrá un gran número de diputados, el resultado positivo de los reformistas en Teherán y en las circunscripciones más pobladas y por tanto con mayor competencia, ha puesto fuera de su alcance cualquier posibilidad de torpedear las políticas del Gobierno. Este movimiento al centro se ha podido apreciar incluso en el seno de los "principalistas", donde destaca la figura de Alí Lariyaní, el presidente del actual Parlamento.