El primer ministro británico, David Cameron, vive desde el lunes un auténtico maratón diplomático con vistas al Consejo Europeo que mañana y el viernes debatirá las reformas ofrecidas al Reino Unido para evitar su salida del club de Los Veintiocho. Francia, Polonia y el Parlamento Europeo aparecen como los principales obstáculos en un camino al final del cual la mayoría de los observadores ven la luz de un acuerdo.

El punto culminante de las últimas 48 horas estuvo representado por la entrevista mantenida el lunes por la tarde en el Palacio del Elíseo, en París, por el presidente francés, el socialista François Hollande, y el conservador Cameron.

Aunque ambas partes lanzaron cantos de optimismo y se manifestaron comprometidas a fondo con la permanencia del Reino Unido en la UE, la realidad es que Francia sigue teniendo líneas rojas: se opondrá a cualquier modificación de los tratados y no está dispuesta a admitir que los países que no se han integrado en el euro sometan a ningún tipo de veto a la eurozona.

Justo antes de la bilateral Hollande-Cameron, el presidente francés se había reunido con el polaco Donald Tusk, presidente del Consejo Europeo y hombre encargado semanas atrás de presentar a Cameron la respuesta de la UE a sus demandas. Tusk también fue muy claro: la posibilidad de que la UE se rompa es real y no debe ser menospreciada.

Ayer, las llamadas de advertencia llegaron del Parlamento Europeo y las ejecutó su presidente, el socialdemócrata alemán Martin Schulz, quien, tras reunirse con Cameron en Bruselas, aseguró que la cámara será "constructiva" ante la tramitación de un posible acuerdo con el Reino Unido si el país vota además por permanecer en la UE, pero avisó de que no puede dar garantías de que los eurodiputados no modifiquen el contenido de lo que se pacte en el Consejo Europeo.

Cameron también se reunió con el presidente de la Comisión Europea, el luxemburgués Jean-Claude Juncker, quien aseguró que "no hay un plan B" por si no se lograse un acuerdo con el Reino Unido, sino tan solo "un plan A" que es el de la permanencia.

"Si dijera que tenemos un plan B, estaría indicando de alguna manera que la Comisión Europea contempla seriamente la posibilidad de que el Reino Unido pueda abandonar la UE", explicó. Juncker estimó que es "demasiado pronto" para saber si en la cumbre europea del jueves y viernes habrá luz verde a un acuerdo con Londres.

El euroescéptico británico Nigel Farrage, líder y europarlamentario del UKIP, acusó a Cameron de ocultar a los británicos que la Eurocámara podría vetar un acuerdo entre Londres y la UE, eventualidad muy improbable.