Los bombardeos rusos sobre posiciones de los rebeldes sirios siguen estando en el punto de mira de la comunidad internacional por las víctimas civiles que ocasionan. Ayer, cuatro hospitales del norte del país fueron blanco de los ataque rusos, combinados con otros de las fuerzas gubernamental, con un saldo de al menos 23 muertos y decenas de heridos.

Los mortales ataques tuvieron como escenario el norte del país y afectaron a dos centros hospitalarios situados en la localidad de Marat al Numan, en la provincia septentrional de Idleb, y a otros dos situados en Azaz, en la vecina Alepo, objetivo principal de la ofensiva gubernamental en curso desde hace semanas.

Uno de los centros sanitarios, un hospital que recibía respaldo de la ONG Médicos Sin Fronteras en Marat al Numan, quedó totalmente destruido. En un comunicado, MSF anunció que al menos siete personas fallecieron y otras ocho están desaparecidas, aunque "presumiblemente muertas", a causa del bombardeo contra ese hospital. Los fallecidos son cinco pacientes, un cuidador y un guardia del centro, quien recibió dos impactos en unos minutos, tiempo en el que el hospital fue alcanzado por cuatro misiles.

El primer ministro turco, Ahmet Davutoglu, acusó a Rusia de "crímenes contra la humanidad" en Siria y amenazó a Moscú con "una respuesta extremadamente contundente si Rusia sigue comportándose como una organización terrorista".

Desde Londres, el ministro británico de Exteriores, Philip Hammond, insistió en que los bombardeos rusos no conducirán a que los rebeldes depongan las armas y se sumen al proceso de paz en el país. De hecho, el acuerdo alcanzado la pasada semana entre EE UU y Rusia para establecer un alto el fuego esta semana fue rechazado de inmediato por los opositores. El pasado fin de semana, el presidente de EE UU, Barack Obama, y su homólogo ruso, Vladimir Putin, intentaron aproximar posiciones sobre Siria en una conversación telefónica en la que Obama pidió a Putin que suspenda los bombardeos.

En respuesta a las numerosas críticas que reciben los bombardeos de Moscú, el primer ministro ruso, Dimitri Medvedev, anunció que su país no dejará de atacar Siria por aire hasta que "llegue la paz" al país, al tiempo que advirtió a otros países que no envíen tropas terrestres al país. Tanto Arabia Saudí como Emiratos Árabes Unidos -que ven con muy malos ojos al régimen de Damasco- han respondido de modo positivo al llamamiento de EE UU de que desplieguen soldados en tierra para combatir al grupo yihadista Estado Islámico, una opción que a ojos de Moscú -el gran aliado junto a Irán de Damasco- solo puede conducir a convertir la guerra en "duradera".

El primer ministro ruso insistió en la idea, que ya había enunciado el domingo, y recordó lo que le sucedió a EE UU tras invadir Afganistán en 2001, país del que "todavía no pueden irse". "En cuanto el conflicto pasa a la fase de operaciones terrestres, se convierte en interminable. Esto es lo peligroso. Así que no lo hagan. No lo hagan ni siquiera como táctica de miedo", advirtió el "premier" ruso.