El Gobierno turco dobló ayer hasta 70.000 las estimaciones sobre el número de personas que se agolpan en su frontera con Siria, adonde han llegado huyendo de Alepo. El presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, achacó el éxodo a los bombardeos de aviones rusos sobre la ciudad, que es el objetivo de una triunfante ofensiva de las tropas gubernamentales, mientras que la ONU instó al Gobierno de Ankara a abrir la frontera a los refugiados, cuyo número crece a diario.

"Hay 70.000 personas viviendo ahora en los campamentos a lo largo de la frontera. Si las operaciones militares continúan así, pronto llegarán otros 70.000", advirtió el primer ministro turco, Ahmet Davutoglu, quien denunció que el "90 por ciento de las bombas rusas están cayendo sobre civiles" y aseguró que igual que la URSS invadió Afganistán y luego tuvo que retirarse, "quienes han entrado en Siria y bombardeado Alepo se marcharán igual".

El diario turco "Hürriyet" aseguró que solo en los tres últimos días unas 59.000 personas han llegado hasta el lado sirio del paso fronterizo de Öncüpinar, aunque las autoridades temen que la oleada de refugiados pueda multiplicarse por diez. "Lo que podría ocurrir en el peor de los casos en esta región a corto plazo sería un nuevo flujo de 600.000 refugiados hacia la frontera turca", advirtió el lunes por la noche el viceprimer ministro turco, Numan Kurtulmus.

La agencia estatal turca de gestión de emergencias (AFAD) se prepara para recibir a unas 100.000 personas en 26 zonas de acogida en suelo turco, en el caso de que Alepo caiga en manos de las fuerzas del dictador Asad, apoyadas desde el aire por Rusia y en tierra por milicias chiíes libanesas, iraníes e iraquíes.

De hecho, la Oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) advierte de que 300.000 personas pueden quedar atrapadas en Alepo si las fuerzas de Asad cercan los barrios controlados por fuerzas rebeldes.

Entre tanto, la ONU no parece haber acogido con especial calor la petición lanzada el lunes por Alemania y Turquía para que colabore en la gestión de la crisis de los refugiados. El embajador de EE UU ante la Alianza, Douglas Lute, aseguró que aún no hay una "petición formal" y precisó que en caso de producirse, la OTAN tendrá que "evaluar en qué consiste exactamente". En forma más diplomática, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, aseguró que la Alianza "se toma muy en serio" la petición, mientras que el ministro español de Defensa, Pedro Morenés, afirmó, más a las claras, no ver cómo puede la OTAN colaborar de forma eficaz.