Más de un millón de inmigrantes y refugiados en busca de asilo llegaron este año a Europa, en la peor crisis migratoria que vive el viejo continente desde la Segunda Guerra Mundial, según un nuevo balance de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).

La organización ya había alertado la semana pasada de que previsiblemente se superaría la cifra del millón de migrantes antes de que terminara el año en curso, sumando tanto las llegadas por mar como por tierra.

El balance difundido ayer por la organización, actualizado hasta el lunes, arroja una cifra total de 1.005.504 refugiados e inmigrantes. Al menos 972.000 de ellos llegaron a Europa atravesando el Mediterráneo y unos 34.000 por vía terrestre desde Turquía, pasando por Bulgaria y Grecia. Casi 3.700 perdieron la vida en el intento.

Los datos consolidados hasta este último mes del año confirman que una de cada dos personas que ha logrado cruzar el Mediterráneo procede de Siria, donde la guerra civil que comenzó en marzo de 2011 ha causado más de 250.000 muertos y obligado a desplazarse a casi la mitad de la población del país.

Afganos e iraquíes

Los afganos constituyen el 20% de los que han llegado a Europa y los iraquíes el 7%. Afganistán ha sido escenario en los últimos meses de importantes avances en el terreno militar de los talibanes. E Irak vive un conflicto desde hace más de una década, agravado por el avance del grupo terrorista Estado Islámico (EI), que se ha hecho con el control de extenso territorio a caballo entre Irak y Siria.

Mientras tanto, las llegadas por el Mediterráneo desde el norte de África a Italia han caído fuertemente en 2015, tras ser durante muchos años la ruta más usada para la migración irregular. Por ese camino han llegado 150.000 personas desde enero, frente a 170.000 en 2014, precisó la OIM.

El director general de la organización, William Lacy Swing, advirtió el lunes, en una entrevista a la Fundación Thomson Reuters, del "sentimiento antiinmigración" que se ha extendido en Occidente ante la llegada masiva de refugiados.

"Estamos muy preocupados por la propagación de un sentimiento antiinmigración que podría llevar a la xenofobia" con un potencial riesgo para los inmigrantes, apuntó Swing, al confesar su especial preocupación por "los muchos comentarios que están haciendo públicamente" varios responsables políticos contra los recién llegados, porque "ponen las vidas de los migrantes en peligro".

"Cada persona que llega desde el extranjero es potencialmente un terrorista, mucho más ahora tras lo ocurrido en París", lamentó, en alusión a los atentados perpetrados por el Estado Islámico el pasado 13 de noviembre en la capital francesa, que dejaron 130 muertos.

Contra ello, Swing recordó que "todos nuestros países siempre han estado abiertos a nuevas llegadas de personas porque siempre han sido beneficiosas". "Tenemos que volver a esto", reclamó el jefe de la organización internacional.