"Hemos dado un gran paso hacia un acuerdo mejor para el Reino Unido", afirmó ayer el primer ministro británico, David Cameron, al finalizar la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de los 28 países de la Unión Europea en Bruselas. Los líderes comunitarios mantuvieron, por primera vez, un debate "franco" y "abierto", en palabras del presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, sobre las reformas que plantea el Reino Unido para continuar en el eurogrupo.

Cameron admitió que el acuerdo, aplazado hasta la reunión del próximo mes de febrero, "va a ser muy difícil", pero confía en que "podamos lograr soluciones en las cuatro áreas". Según dijo, 2016 será "el año en que Reino Unido cambiará de manera fundamental la relación con la Unión".

Las cuatro propuestas que el premier británico ha puesto sobre la mesa de negociación son: robustecer el mercado único, reforzar el papel de los Parlamentos nacionales, salvaguardar los derechos de los países que no quieren unirse al euro y restringir las ayudas sociales a los inmigrantes de la UE hasta que lleven cuatro años viviendo en las islas. "Ha habido impulso a la negociación y un apoyo enorme para buscar cambios para mantener al Reino Unido en la UE", señaló.

Esta cumbre no es una victoria, pero tampoco es una derrota para Cameron quien también avanzó la posibilidad de convocar el referéndum anunciado sobre la permanencia de su país en la UE para el próximo año y no en 2017 como había dicho hace meses.

No obstante, los líderes han plantado cara a algunas de sus exigencias, sobre todo a aquellas que tienen que ver con los derechos y las libertades. "Todos hemos dejado claro que deseamos la permanencia del Reino Unido en la Unión" y también "nuestra voluntad de compromiso", pero sólo "si se salvaguardan los pilares básicos". "Y en estos fundamentos", añadió, "no figura la discriminación y sí la libertad de circulación", afirmó la canciller alemana Angela Merkel.

"Tenemos que ser duros sobre algunas líneas rojas y valores fundamentales. Les prometo que no cederemos cuando se trate de libertad de circulación o discriminación, pero hoy se que Cameron busca un compromiso justo, pero también sustantivo y por eso soy mucho más optimista que antes de nuestra reunión", subrayó Donald Tusk.

Fue la primera ministra polaca, Beata Szydlo, quien lideró la oposición a las pretensiones de Cameron, llegando a hablar de "chantaje". Polonia, Grecia y Bélgica trataron de eliminar de la agenda la medida relacionada con la emigración, en uno de los momentos más tensos de la cumbre. Pero Cameron se mantuvo firme. "Todos mostraron voluntad política", dijo el primer ministro británico.

España mantendrá una posición "constructiva" declaró el presidente Mariano Rajoy quien abogó por encontrar "soluciones imaginativas". En su opinión, hay que preservar la libre circulación de trabajadores y un trato igual para todos ellos. "Si no, sería una Unión Europea muy amputada en sus principios básicos", indicó.

Francia, por su parte, admite que puede haber "modificaciones" en el tratado de la Unión pero "tiene que haber respeto a los principios, a las reglas, al acervo europeo, y es desde aquí que debemos discutir", dijo su presidente, François Hollande. Y añadió: "La discusión ha sido franca, cada uno ha dicho lo que pensaba en un espíritu abierto".

En lo que respecta a la inmigración ilegal y a los refugiados y a la propuesta de crear una guardia fronteriza, un asunto que también se ha aplazado a febrero, Rajoy afirmó que "es un tema del que habrá que hablar y mucho y distinguir entre los diferentes países y las circunstancias que hay en unos sitios y otros".

Según Rajoy, España está haciendo muy bien las cosas" en el control de fronteras y tiene capacidad para continuar haciéndolo.