Más de medio centenar de muertos es el balance que dejó un ataque taliban contra el aeropuerto internacional de Kandahar, en el sur de Afganistán, en una operación que fue repelida hoy por las fuerzas afganas tras casi 24 horas de enfrentamientos.

Según informó el portavoz del Cuerpo 205 Attal del Ejército afgano, Mohsen Sultani, en un comunicado las tropas afganas han dado por despejada "completamente" la zona en horas de la noche tras abatir a los 14 atacantes que el martes lanzaron un ataque en el bastión espiritual del movimiento talibán y que fue capital de su régimen (1996-2001).

La muerte de todos los insurgentes implicados en el ataque, lanzado desde un área cercana al aeródromo, deja al menos 51 fallecidos, incluyendo 37 víctimas civiles confirmadas por el Ministerio de Defensa en su último balance.

El departamento, que no proporcionó detalles sobre las bajas militares, agregó que otros 35 civiles resultaron heridos.

Es el desenlace de una de las acciones más significativas de los insurgentes en lo que va de año, en momentos en que han incrementado su control en varias áreas del país, tras tomar temporalmente el pasado septiembre la ciudad nororiental de Kunduz, su mayor logro militar desde la caída del régimen en 2001.

El ataque se produjo apenas 24 horas después de un atentado coordinado contra un puesto policial causase la muerte de dos insurgentes y heridas a dos policías también en la misma localidad, y tuvo como objetivo el aeropuerto internacional.

El recinto atacado alberga la principal base de Estados Unidos en el sur de Afganistán y el cuartel general de la Policía regional, entre otras dependencias públicas.

Samim Khpalwak, portavoz del gobernador provincial, aseveró a Efe que la situación está volviendo a la normalidad "gradualmente" y que las tropas afganas están intensificando las medidas de seguridad en la zona.

Los insurgentes, que estaban en posesión de armas de fuego y lanzagranadas, no accedieron en ningún momento al complejo, sino que tomaron posiciones en una escuela de los alrededores, dijo a Efe el portavoz de la misión de la OTAN en Afganistán, Apoyo Decidido, Michael Lawhorn.

Tres de los atacantes perecieron anoche poco después de comenzar el ataque, pero más tarde se supo que había otros insurgentes ocultos en un mercado y en viviendas de la zona, desde donde algunos de ellos continuaron ofreciendo resistencia durante toda la jornada de hoy.

En el transcurso de la acción, los talibanes tomaron como rehenes a dos familias, según manifestó a Efe el portavoz del Cuerpo 205, que justificó el lento avance de las fuerza afganas en la priorización de evitar víctimas civiles.

En un comunicado, el presidente afgano, Ashraf Gani, condenó "enérgicamente" el ataque y lamentó la muerte de civiles, a la vez que aplaudió la "rápida respuesta" de las fuerzas de seguridad.

El dirigente advirtió de que acciones como la de Kandahar sólo sirven para dañar a los ciudadanos y alterar el orden público, por lo que llamó a luchar contra las formaciones insurgentes.

La misión de las Naciones Unidas en Afganistán (UNAMA) expresó, por su parte, una "profunda preocupación" por la información recibida desde el sur del país y aseguró en su cuenta de Twitter que está trabajando para "verificar" el impacto del ataque en la población civil.

Los talibanes, que reivindicaron la autoría del ataque en su página web, difundieron imágenes de los supuestos atacantes y un vídeo en el que se referían a la invasión estadounidense del país asiático.

"Obama ha dicho que mantendrá soldados en cuatro bases, pero no deberían pensar que sus militares estarán seguros en estas bases", dijo en el vídeo uno de los insurgentes.

El atentado se produce en medio de la incertidumbre sobre el estado de salud de su líder, el mulá Mansur, que, según el Gobierno afgano, resultó herido de gravedad la semana pasada en Pakistán.

Desde que finalizó su misión de combate el 31 de diciembre de 2014, la OTAN mantiene otra de asistencia con alrededor de 4.000 soldados, un contingente que triplicará en 2016.

Estados Unidos por su parte tiene 9.800 soldados en el país asiático, de los que cerca de la mitad permanecerán más allá del final del mandato de Barack Obama en enero de 2017.