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La tensa cuerda del extremismo

El sociólogo Hans Van den Broek sitúa la nueva batalla europea en la pugna entre la ultraderecha islamista y la islamófoba

Hans van den Broek.

El sociólogo Hans Van den Broek está especializado en el fenómeno del extremismo musulmán y en su opuesto, la islamofobia, encarnada en los partidos de la ultraderecha europea. Tras los atentados de París, Europa vive como nunca atrapada entre esos dos polos que buscan sacar tajada, cada uno tensando la cuerda por su lado. Así analiza el panorama:

Las dos extremas derechas. "La extrema derecha islamófoba y la extrema derecha islamista tienen interés en fomentar esta confrontación. Ambas salen ganando. Cuando más aumenta la islamofobia, más fácil resulta reclutar a los jóvenes que ya se sienten rechazados por la sociedad. Y cuanto más aumenta la amenaza islamista más gente dice que tienen razón los islamófobos. Sigo muy de cerca lo que está pasando en Holanda con esta la ultraderecha radical. Antes era fácil descartar a quien los votaba. Se decía que era gente con poca educación, con pocos medios. Poco menos que el lumpen. Pero ahora vez aparecen más personas de la clase media y media alta que ve ese partido como el único que se atreve a decir lo que está pasando aquí".

Fractura interna en el Islam. "El Estado Islámico, y antes Al Qaeda, pretende desatar una mayor islamofobia y está teniendo éxito. Quieren hacer la vida imposible a los musulmanes integrados, separarlos del resto. Consideran que son apóstatas y en su versión del Islam los apóstatas son objetivos a matar. Hay mucha probabilidad de que Jean Marie Le Pen sea la próxima presidenta de Francia".

Los musulmanes liberales. "Afortunadamente hay una corriente en contra del yihadismo. Los musulmanes liberales están protestando cada vez más. En Holanda, por ejemplo, está el alcalde de Rotterdam, Ahmed Aboutaleb, el primer alcalde musulmán de una gran ciudad europea, que ya empezó a levantar la voz en 2004, cuando mataron a Theo van Gogh, el cineasta. Les decía: si no queréis vivir en una sociedad donde se respetan las libertades y la igualdad de los hombres y las mujeres, si no estáis de acuerdo con eso, entonces hay aviones que salen todos los días. Hay un libro de Karima Bennoune titulado "Tu fatwa no se aplica aquí", con más de 300 entrevistas a musulmanes liberales de todo el mundo árabe. Los entrevistados dicen que los yihadistas son la extrema derecha, la corriente fascista del Islam. Pero subrayan que eso no se ha entendido siempre así desde Occidente y recriminan a los intelectuales que cuando estallaban las bombas en Beirut, nadie dijese nada. Incluso hubo quien vio a Osama Bin Laden como un nuevo Che".

El gran fracaso de la segunda generación. "La mayoría de los que marchan a Siria a luchar con el Estado Islámico pertenecen a la segunda generación de emigrantes, nacida en Europa. Están peor integrados que sus padres, que hicieron un esfuerzo grande para integrarse. Pero los jóvenes, o parte de ellos, recriminan a sus padres el haber mantenido el discurso el Tío Tom, el del esclavo sumiso. Estos jóvenes buscan su identidad, tienen muchos problemas para encontrar su sitio. Sienten que la sociedad los rechaza, y eso es cierto. Hay barreras: si no has ido a determinada escuela y vives en esos barrios periféricos. Se dice que si tú mandas un curriculum en Francia y tú código postal es el de uno de esos barrios te descartan automáticamente. La explicación fácil es que viven una situación de pobreza y de exclusión y que por eso se unen al Estado Islámico. Pero hay muchos jóvenes en esa situación. Si fuera el único motivo, entonces la simpatía por el Estado Islámico tendría que ser enorme. Tenemos que prestar atención a la importancia de la Religión".

Cuando el Islam es la única patria. "Esos jóvenes musulmanes buscan su identidad. No se sienten ni europeos ni del país de sus padres. Cuando vuelven allí en vacaciones los llaman extranjeros, en Francia son los marroquíes? No tienen identidad, van en busca de ella y la encuentran en la religión. El aspecto religioso muy importante. ¿Qué es lo más importante de su cultura frente a todo lo que se les viene encima, en este proceso globalizador, de las culturas más dominantes? La religión.

La eterna atracción de lo radical. "Al buscar información sobre la religión, durante mucho tiempo la encontraron en las mezquitas más radicales, las salafistas. Molenbeek (el barrio por el que han pasado todos los terroristas de París) tiene una población de 100.000 habitantes y hay 21 mezquitas. La mitad son ultraintegristas, salafistas. Ahora, además, estos jóvenes encuentran en internet esa información que buscan sobre el Islam. Hay centenares de webs y muchos ciberimanes. Pero son los que ofrecen la versión más radical del Islam: hacen un "copiapega" de los textos sagrados. Los que más convencen entre los jóvenes son los más extremistas. Es lo menos ambiguo. ¿Por qué los jóvenes europeos de los años setenta y ochenta se decantaban por partidos comunistas y anarquistas? Eran los menos ambiguos, los más radicales. Eso mismo pasa ahora con los jóvenes radicales musulmanes".

El punto ciego de l Europa laica. "Para nosotros, en Europa occidental, es muy difícil entender la importancia que la religión tiene para mucha gente. Somos una excepción. Hay siete mil millones de personas en el planeta y para más de seis mil millones la religión es pieza fundamental en sus vidas. Somos un pequeño guetto dentro de una gran sociedad religiosa. Eso solo ha pasado en Europa. Ni siquiera en Estados Unidos. Un candidato a presidente en EE UU puede ser negro, mujer o incluso gay, pero no puede ser ateo. Pierde todas las posibilidade, se le asocia con una persona amoral. En la mayor gran parte del mundo no se concibe que no seas religioso".

Un "fundamentalización" global. "Los sociólogos que investigan todos los procesos religiosos en el mundo detectan una mayor fundamentalización. Pero no solo en el Islam, lo mismo en el Hinduismo o en el Budismo, incluso. En el Cristianismo también. Véase la importancia de los grupos evangelistas en América latina, que están desbancando a la Iglesia Católica. Es un asunto que hay que tener en cuenta para entender".

¿Intervención militar o apaciguamiento? "El filósofo francés Bernard-Henry Lèvy se ha referido esta semana a esa frase de los militares estadounidenses: "No boots on their ground" equivale a "more blood on our ground" (si no hay tropas en su terreno tendremos más sangre en el nuestro). Hay que combatir el Estado Islámico, pero no es lo único. Porque ¿dónde lo combate? Está el Estado Islámico de Siria e Ira k. Pero también Boko Haram en Nigeria, hay yihadistas en Libia? Tiene sus sucursales. Esto no es una guerra clásica, no es una guerra entre dos países, ni siquiera es una guerra de guerrillas, es una situación totalmente nueva y para la que estamos poco preparados. Y, por supuesto, no hay que olvidar a todos estos jóvenes de los barrios que se identifican con el Estado Islámico".

Molembeek, el paradigma de barrio radicalizado. "Ya en los años noventa había gente que advertía de la fuerza del islamismo radical. El alcalde y los concejales de Molembeeck eran del partido socialista. Tenían frente a ellos al Bloque Flamenco, la extrema derecha, que estigmatizaba al emigrante musulmán. El gobierno socialista de Molembeek vio esa radicalización pero no reaccionó por corrección política: tenían miedo de ser tachados ellos mismos de racistas. Eso pasó en toda Europa. Pasó en Francia, pasó en Holanda. Cerraron los ojos. Además, había un cierto clientelismo. La izquierda tenía la idea de que estos inmigrantes iban a ser pobres y entonces votarían al partido socialista. Cosas así permitieron durante mucho tiempo que los ultraintegristas pudieran campar a sus anchas".

Entrar en esos barrios. "No debemos fijarnos solo en la solución militar. Hay que hacer algo que se lleva ya haciendo en barrios en Holanda, con policías y trabajadores sociales a pie de calle. Policías de barrio con buenos contactos, que conozcan a fondo a todo el mundo, tener una buena relación con los padres para que sean ellos los primeros en dar la voz de alarma cuando detectan que sus hijos se radicalizan. Hay que evitar que se creen esas sociedades paralelas de las que no sabemos nada y de las que durante mucho tiempo no quisimos saber".

El drama del multiculturalismo. "Hay un catedrático holandés que habla del drama del multiculturalismo. Durante mucho tiempo en algunos países seguimos la idea de la multiculturalidad: que todo el que venga a nuestro país mantenga su propia cultura. ¿Pero a qué ha llevado? No ha llevado a la integración, ha llevado al desinterés sobre lo que pasaba en esos barrios. No les hemos exigido. Y se les debe exigir. Cuando se integran de verdad es cuando participan y ¿cómo pueden participar en la sociedad si no hablan el idioma y no tienen cierto nivel de educación para poder obtener trabajos? Si nos desentendemos de ellos, vamos a perderlos. Este catedrático dice que la idea de la multiculturalidad ha llevado al apartheid. Dijeron: que se solucionen ellos sus propios problemas. Pero algunas personas dentro de esas comunidades tenían su propia agenda política o su agenda religiosa y los radicales eran los que llevaban la voz cantante. Finalmente, se convirtieron en portavoces y consiguieron reivindicar cosas con las que ni siquiera la mayoría de la población se identificaba".

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