Un amplio comando de yihadistas tomó ayer 170 rehenes en un lujoso hotel de Bamako, la capital de Mali, en el tercer ataque en lo que va de año contra lugares frecuentados por occidentales en un país donde Francia tiene desplegadas tropas para luchar contra el yihadismo. La operación de rescate, en la que participaron fuerzas especiales de EE UU y Francia, se saldó con 27 muertos -entre empleados y clientes del hotel, varios de los cuales eran occidentales-, aunque anoche se desconocía su nacionalidad. Además fueron abatidos los trece asaltantes, según fuentes de la misión local de Naciones Unidas.

El asalto al hotel Blu Radisson fue reivindicado por dos grupos yihadistas activos en el Sahel, Al Murabitun (que recientemente ha establecido vínculos con el Estado Islámico) y Al Qaeda en el Magreb Islámico, que afirmaron haber actuado de un modo conjunto. España tiene destacados en el país africano 110 militares integrados en la misión europea de entrenamiento del Ejército maliense, que persigue que los militares locales puedan hacer frente a las amenazas de los yihadistas.

El origen de estas amenazas está en una rebelión tuareg de 2012 que fue seguida de un golpe de estado militar y la desestabilización del norte de Mali. Esto desencadenó la entrada de los yihadistas, provocando que Francia lanzase una importante operación para impedir la llegada de los islamistas radicales a la capital del país, que formó parte de su imperio colonial africano. La intervención gala desembocó en una operación de la UE, auspiciada por la ONU, que engloba a más de 550 efectivos, entre los que se encuentran los españoles.

Ninguno de los militares españoles, cuya base está situada a 60 kilómetros de Bamako, se encontraba en el hotel en el momento del secuestro. Sí que había, sin embargo, un cliente español, que resultó ileso. Así lo confirmó el ministerio de Asuntos Exteriores desde Madrid.

Según los datos hasta ahora conocidos, los trece asaltantes robaron por la mañana un vehículo diplomático estadounidense de marca Toyota, con el que se presentaron en el hotel, lo que les permitió acceder a las instalaciones, habitualmente frecuentadas por diplomáticos, hombres de negocios o militares extranjeros.

Fuentes policiales dijeron que el comando entró en el hotel a gritos de "Alahu Akbar" (Alá es grande) y anunciaron el secuestro de todos los presentes: clientes, trabajadores y guardias del hotel, de diversas nacionalidades, como paquistaníes, indios, senegaleses, marfileños, turcos, canadienses y alemanes, entre otros.

La liberación del hotel comenzó por la tarde, tras siete horas de secuestro, y durante largo tiempo se pudo oír un intenso tiroteo en el interior. Los militares malienses fueron ayudados en la operación por fuerzas especiales de la Gendarmería francesa enviadas desde París (40 efectivos), además de militares estadounidenses presentes en Mali y soldados del contingente nigeriano de la misión de Naciones Unidas.

Testigos presenciales aseguraron a Efe que entre los asaltantes había al menos dos con la tez oscura que hablaban inglés y árabe, lo que significa que no eran malienses y habían llegado de fuera del país, sin que haya podido precisarse su nacionalidad. Los rehenes evacuados tras la operación de rescate fueron conducidos en ambulancias de la ONU a un pabellón de deportes cercano para recibir los primeros auxilios. Algunos de ellos abandonaban el hotel ensangrentados y aparentemente en estado grave, según comunicaron las fuentes.

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