El ministro francés de Interior, Bernard Cazeneuve, aseguró ayer que ha tomado las medidas legales para cerrar las mezquitas en las que hay personas que "propagan el odio", dos días después de los atentados yihadistas que el viernes causaron al menos 129 muertos en París.

El expresidente francés y líder de la oposición conservadora, Nicolas Sarkozy, había pedido la expulsión de "los imanes que recen oraciones de signo radical" y que se cierren sus mezquitas. Pero ayer, después de reunirse en el Elíseo con el presidente, el socialista François Hollande, elevó más sus exigencias. Sarkozy propuso que los individuos "fichados" por radicalismo religioso tengan que llevar brazalete electrónico y se les obligue a permanecer en "residencia vigilada" en su domicilio. Además de con Sarkozy, el jefe del Estado se reunió también con la líder del ultraderechista Frente Nacional (FN), Marine Le Pen, que, como el expresidente conservador, le exigió cambios radicales en sus políticas de seguridad y exterior.

Mientras tanto, el presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker, pidió a todos en Europa "no confundir" a los terroristas de París con los refugiados que "huyen de la filosofía y mentalidad que inspiran" estos actos.