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Ola de atentados sin precedentes en la capital francesa Testimonios gallegos

"Corrimos presas del miedo y nos ocultamos en un portal"

La joven de Tui Nerea González relata el terror que vivió junto a sus amigas por las calles de París tras los ataques terroristas

Varias personas se abrazan ayer en la plaza de la República. // Teresa Suárez

Mucho miedo. Y desprotección. Eso es lo que sintió Nerea González Martínez, una joven de Tui de 20 años, la fatídica noche del viernes, la "más eterna" de su vida. Au pair en Francia, ese día había quedado con cuatro amigas -dos de ellas también gallegas- para tomar algo por la zona de Chatelet de París, a escasos minutos de donde fueron los ataques terroristas. Y todas vivieron en primera persona el caos y el temor que provocó la masacre yihadista. Fueron varias horas de pesadilla -desde que se enteraron de la tragedia hasta que fueron a rescatarlas- en las que corrieron "presas de miedo" sin saber a dónde ir y en las que acabaron encontrando como único refugio el portal de un edificio, donde se escondieron asustadas mientras fuera en la calle no dejaban de escucharse "gritos, sirenas y helicópteros".

Nerea, que vive desde agosto en Rueil Malmaison, a 11 kilómetros de la capital francesa, había quedado ese viernes noche con sus amigas en París. "Todo era normal hasta que salimos a la calle cerca de las 22.15 horas, vimos nuestros teléfonos y empezamos a leer mensajes de familiares y amigos contándonos lo que había pasado y preguntándonos cómo estábamos; ahí empezamos a darnos cuenta de lo que ocurría, al ver pasar decenas de coches de policía y ambulancias", cuenta. "No sabíamos que hacer; no podíamos coger ni tren ni metro porque los habían cortado y todos los taxis que pasaban iban ocupados", añade.

Desesperadas, y en medio del ruido de sirenas, decidieron ir hacia el lado contrario de dónde había ocurrido todo. "Pero de repente un grupo de gente apareció corriendo y gritando, y presas del miedo corrimos con ellos", señala. Intentaron entrar en un restaurante donde había gente y que tenía las luces "medio apagadas", pero, dice, les cerraron la puerta. "Seguimos corriendo por las calles de París, leyendo las noticias y viendo que cada vez había más muertos en nuevos tiroteos; aquello era un caos", describe Nerea.

Hasta que una de sus amigas encontró abierto el portal de un edificio. Y ese lugar fue su refugio. "Pasamos dos horas y media sentadas en el suelo, sin poder hacer ruido y sin luz, asustadas pero llevando la calma, mientras oíamos a gente gritar, sirenas y helicópteros", afirma. Ansiosas de que llegase algún vecino para poder guarecerse en alguna vivienda, la única persona que entró, un señor mayor, ni siquiera les dejó acceder a la siguiente entrada del inmueble, donde estarían más seguras. "Con todo su egoísmo nos dijo que no", recuerda. "Creo que fue la noche más eterna de mi vida. Y la de mis amigas. Nos sentimos desprotegidas, con mucho miedo", reflexiona.

La pesadilla acabó pasadas las tres de la madrugada, cuando la madre de los niños que cuida esta joven logró ir a recogerlas. En la calle, de camino a casa, ya se encontraron otro escenario: París estaba "desierto". "Sólo veías policías por todos lados, nada más".

Esta joven destaca que aunque ese viernes varios parisinos les negaron ayuda, otra mucha gente les ofreció refugio en su casa a través de Facebook: "Pero no podíamos ir por la calle sin temer por nuestra vida". ¿Y ahora? "No se si tenemos miedo o simplemente respeto a salir a la calle; tendremos que volver a adaptarnos", concluye.

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