Decía un amigo mío que te van a criticar al menos una vez en la vida si eres periodista, funcionario o entrenador de fútbol. Y en el caso de que encajes en los dos primeros conceptos tienes más papeletas de ser el la diana perfecta. Televisión Española se convirtió en la madrugada de ayer, de forma involuntaria, en una de las protagonistas de la jornada. Los espectadores, conscientes de la necesidad de una sociedad democrática de estar bien informada, criticaron mucho y de formas muy diversas la cobertura que desde TVE se hizo de los atentados de París.

El principal canal de la televisión pública -la que pagamos todos sin excepción-, delegó sus funciones en el debate nocturno del "24 horas". Un golpe de mando permitía ver las diferencias entre TVE y sus colegas europeos. Mientras la TV5 y la BBC emitían imágenes de la tragedia actualizando la información con sus corresponsales, los servicios informativos españoles rellenaban con unos tertulianos poco expertos en relaciones internacionales que trataban de arrojar luz sobre algo que ni siquiera podían ver. Mientras llegaban las críticas por la deficiente cobertura algunos representantes de los funcionarios trataban de defenderse. Y en algo tenían razón. No se puede exigir a una televisión que cueste la mitad o un cuarto que la francesa o la inglesa tenga la misma calidad. Los periodistas y las conexiones en directo cuestan dinero.

Pero la noche no quedó ahí. Conforme avanzaban los acontecimientos y las páginas de los periódicos sumaban fallecidos las críticas en internet viraban hacia los canales privados. Esos que, mal que nos pese, no tienen la obligación de atender más que a sus juntas de accionistas. Antena 3 ofreció un informativo de diez minutos. Telecinco hizo que informaran en "Sálvame" con la misma cara seria con la que estaban hablando del cambio de imagen de Kiko Matamoros.

Redes tóxicas

Como conclusión, si para algo volvió a servir ayer la tragedia de París en lo que a periodismo se refiere fue para volver a relativizar el tan cacareado poder de las redes sociales. El "feedback" con los medios y el poder que han cobrado los espectadores a la hora de lanzar sus dardos contra quienes creen que están invirtiendo mal sus impuestos es indiscutible. Páginas como "Facebook" también fueron útiles el viernes, no cabe duda, para tranquilidad de muchos. Una amiga confirmó a través de esta página que estaba en París y "se encontraba bien". La chica consiguió tranquilizar a todos sus conocidos con un solo clic. Pero hasta ahí. Decía un profesor de mi facultad que lo que no es información es ruido. Y en eso también ayudaron las redes.

Una vez más generaron ruido en la distribución de testimonios no contrastados. Ruido en la autoría de los atentados. Ruido en discusiones inútiles sobre la necesidad de relacionar los atentados con la crisis Siria. En una sociedad atestada de información y tan crítica con sus medios los periódicos volvieron a demostrar la necesidad de respetar los dos pilares básicos del periodismo: la confirmación de los datos y la necesidad del contexto. Una vez más los ciudadanos acudieron esta mañana a buscar en los periódicos una explicación a lo sucedido, un análisis, el fruto de un trabajo meditado durante horas y no en segundos.