El Consejo Europeo celebrado ayer en La Valeta, capital de Malta, sobre la crisis de los refugiados se saldó con el acuerdo para mantener en las próximas semanas, posiblemente a finales de este mes, una cumbre con Turquía para contener los flujos de refugiados que este país lanza sobre Europa. Los líderes europeos no lograron ponerse de acuerdo en la financiación que se dará a Turquía para que acepte hacerse cargo de los refugiados en lugar de facilitar su salida a través de Grecia y los Balcanes. Turquía acoge a unos dos millones de desplazados.

Los países miembros discrepan sobre cómo contribuir al fondo de 3.000 millones de euros con el que Bruselas quiere ayudar a las autoridades turcas a atender a los refugiados. El presidente de la Comisión Europea, el luxemburgués Jean-Claude Juncker, ha propuesto a los Veintiocho crear un fondo "no para Turquía, sino para los refugiados sirios en Turquía", que esté dotado con esa cantidad para los ejercicios 2016 y 2017. Para lograrlo, la Comisión prevé aportar 500 millones de las arcas comunitarias, lo que le obligará a enmendar ya los presupuestos.

El jefe del Ejecutivo comunitario ha pedido a los Estados miembros que sean ellos los que desembolsen los 2.500 millones restantes, a través de contribuciones bilaterales, pero plantea un marco legal específico tanto para garantizar la participación de los miembros como para agilizar el desembolso de los fondos. La idea de Bruselas es usar como clave de reparto el PIB de cada país de la Unión Europea, lo que obligaría a España, como quinto país contribuyente, a aportar 191 millones. Solo Alemania, con 534 millones; Reino Unido, con 409,5 millones; Francia, con 386 millones, e Italia, con 281, participarían con una contribución mayor que España en el fondo si prospera esa fórmula de reparto.

Turquía asegura que ha invertido más de 6.000 millones en atender a los refugiados sirios en su territorio y ha reclamado al bloque comunitario apoyo financiero, como contrapartida por estrechar la colaboración en materia migratoria, incluido una política de retorno y readmisión a la que, de momento, se resiste Ankara.

Otra de las claves de la discusión de la cumbre extraordinaria en La Valeta ha sido el control de las fronteras tanto interiores como exteriores de la UE. Alemania, Austria, Dinamarca y Suecia han reintroducido controles sistemáticos para contener el flujo de refugiados. "El futuro de (el espacio sin fronteras) Schengen está en juego y el tiempo corre", advirtió el presidente del Consejo Europeo, el polaco Donald Tusk, para quien cada semana los países de la UE toman decisiones que muestran la "gravedad" de la situación.

El problema económico también planeó sobre la cumbre entre la UE y África, cerrada ayer por la mañana, justo antes del inicio del Consejo Europeo. La UE pretende que los países africanos admitan a los indocumentados que repatríen los países comunitarios. Para ello ofreció el miércoles 3.600 millones, de los que 1.800 saldrían del presupuesto comunitario y otros tantos de los presupuestos nacionales. Sin embargo, la "colecta" de ayer solo recogió unos escuálidos 75 millones.

La financiación no es el único obstáculo, ya que pese a las declaraciones de buena voluntad y a los documentos firmados ayer entre las dos partes, la realidad es que los dirigentes africanos manifiestan serias reticencias hacia la repatriación, ya que son partidarios de que Europa regule la situación de quienes ya están aquí.