China y Taiwán sorprendieron ayer al mundo con el anuncio de la primera reunión entre sus presidentes, una cita de alcance histórico, por carecer de precedentes, que ambos gobiernos presentan como un intento de impulsar la relación bilateral pero que genera desconfianza en buena parte de la población taiwanesa.

El histórico encuentro entre el jefe del Estado chino, Xi Jinping, y el taiwanés Ma Ying-jeou, que se producirá este sábado en Singapur, puede comenzar a cerrar uno de los últimos flecos de la Guerra Fría, aunque la cercanía de los comicios taiwaneses de enero ha generado críticas. Será la primera reunión desde que en 1949 los nacionalistas del Kuomintang se refugiaron en Taiwán.