Las autoridades paquistaníes tratan de rescatar con pocas esperanzas a cerca de 50 personas que se cree permanecen bajo los escombros de una fábrica que se derrumbó el miércoles y que dejó al menos 20 muertos y casi 100 heridos cerca de la ciudad de Lahore, en el este de Pakistán.

"Los trabajos de rescate están en marcha, aunque las esperanzas se están desvaneciendo, puesto que ya no escuchamos ningún grito de ayuda como los que oíamos anoche", indicó hoy a Efe un portavoz del Servicio de Rescate de Lahore, Jam Sajjad, afirmando que pesar de ello "es posible que algunos estén vivos e inconscientes".

El edifico de tres pisos, en el que se llevaban a cabo labores de reparación y que había resultado dañado por el seísmo de hace dos semanas, se derrumbó en la tarde del miércoles en una zona industrial a unos 30 kilómetros del centro de Lahore.

Tras trabajar toda la noche, los equipos de emergencias han logrado acceder a lo que fue la planta baja del edificio, entre cuyos escombros han encontrado una veintena de cadáveres y rescatado a 98 heridos, 87 de ellos han sido ingresados en diferentes hospitales de la localidad.

El resto, todos menores, fueron dados de alta tras recibir tratamiento.

Alrededor de 400 miembros del Ejército, los servicios de emergencia y la ONG paquistaní Fundación Edhi participan en las labores de rescate, detalló Sajjad.

"La pasada noche pedimos que se trajese maquinaria pesada, pero no la hemos usado enteramente, porque había esperanzas de que hubiese trabajadores vivos bajo los escombros y podrían morir a causa de las máquinas", explicó la fuente.

El terremoto de 7,5 grados ocurrido el pasado 26 de octubre con epicentro en Afganistán dejó en Pakistán al menos 275 muertos, más de 1.800 heridos y decenas de miles de edificios destruidos o dañados.

Los derrumbes son relativamente frecuentes en el país asiático, debido principalmente al mal estado de los edificios, explosiones de bombonas e instalaciones de gas y por los efectos de fuertes lluvias.

También en Lahore, 21 trabajadores fallecieron en 2012 en el derrumbe de una fábrica, mientras que en 2014 otros once fallecieron en un taller de joyería en el sur del país.