La canciller alemana, Angela Merkel, empezó ayer la búsqueda de soluciones de consenso ante la brecha abierta en su gran coalición por la llegada incesante de refugiados, que sus filas más conservadoras exigen que contenga con medidas drásticas pese a que ello choca con la línea de la jefa del Gobierno.

Las cúpulas de los tres partidos gubernamentales -Unión Cristianodemócrata (CDU), la Unión Socialcristiana de Baviera (CSU) y el Partido Socialdemócrata (SPD)- se reunieron por separado para buscar fórmulas que permitan, al menos, un flujo ordenado de los más de 7.000 peticionarios que a diario entran en el país. Hay coincidencia en que la situación es insostenible para las poblaciones bávaras más directamente afectadas y también para los peticionarios de asilo, que deben esperar su oportunidad de entrar en condiciones climáticas cada vez más adversas.

Sin embargo, hay claras divergencias sobre cómo lograrlo, sea dentro de la CDU de Merkel, entre la formación de la canciller y su hermanada CSU o entre las fuerzas conservadoras y el SPD.

La CSU, el partido hegemónico en Baviera desde hace décadas, exige la implantación de zonas de tránsito en la frontera, donde evaluar las solicitudes de asilo. Pero el SPD rechaza esta idea porque cree que implicaría la creación de enormes cárceles.

"No podemos aceptar la creación de zonas de tránsito, en realidad centros de internamiento con dimensiones de estadios de fútbol", apuntó el líder del SPD, el vicecanciller Sigmar Gabriel.

La CSU insiste, por contra, en la operatividad de esas zonas en la frontera, para retener a quienes no tengan perspectivas de ser admitidos y acelerar su expulsión.

El SPD plantea como alternativa crear centros de registro de peticionarios repartidos por todo el país, donde se coordinarían los procesos de evaluación y se procedería, llegado el caso, a la expulsión ordenada de quienes vean rechazada su petición. Y, paradójicamente, las propuestas del SPD podrían acabar siendo el puente que precisa Merkel para reconducir la situación con la CSU, principal responsable de las grietas en su coalición ante el desafío, político y logístico, derivado de la llegada de hasta un millón de refugiados, este 2015, a Alemania.