La canciller alemana, Angela Merkel, desvinculó ayer las crisis en Siria y Ucrania, a pesar de que tienen como denominador común la injerencia de Rusia y la consecuente escalada de tensión con las potencias que orbitan en torno a EE UU. "Para nosotros, la cuestión siria no está vinculada a la cuestión de Minsk", dijo Merkel en alusión a los acuerdos firmados el 12 de febrero en la capital bielorrusa para zanjar el conflicto en el este de Ucrania.

Además, aprovechó para endurecer el discurso alemán sobre el presidente sirio, Bachar al Asad: mientras que en septiembre dijo en Bruselas que podría ser parte de la solución política, ayer abogó en París por su salida del poder, después de reunirse con los presidentes de Ucrania, Petro Poroshenko, Rusia, Vladimir Putin, y Francia, François Hollande, en una cumbre centrada, en teoría, en Ucrania.

Al finalizar la cumbre, Merkel dijo que Putin se había comprometido "a trabajar para crear las condiciones que permitan celebrar elecciones conforme a los acuerdos de Minsk y de forma coordinada entre los separatistas de Donestk y Lugansk y el Gobierno ucraniano".