Los talibanes afganos alcanzaron ayer su primera victoria importante desde la derrota de su régimen por EE UU y las fuerzas locales de la Alianza del Norte a finales de 2001. El grupo radical islámico tomó el control de la ciudad de Kunduz, capital de la provincia del mismo nombre, en el noreste del país, tras una ofensiva que causó al menos 54 muertos y otros tantos heridos.

Ayer por la tarde, los rebeldes se habían hecho ya con el control de "casi todas las oficinas gubernamentales" y patrullaban la ciudad en coches policiales, tras llevar a buen puerto un ataque que iniciaron a las tres y media de la mañana (hora local, la una de la mañana en España).

Las fuerzas de seguridad afganas esperaban anoche refuerzos para lanzar un contraataque, que, según anunció el Gobierno afgano, debería expulsar a los talibanes de la ciudad en un máximo de 24 horas.

La mayoría del personal de organizaciones internacionales y no gubernamentales destacadas en la ciudad ha sido evacuado, incluida la misión de Naciones Unidas en Afganistán.

Un político local aseguró que "la situación es peligrosa y la gente está atrapada en sus casas, incapaz de huir, por miedo". Un habitante relató a la agencia Efe que la ciudad está en su mayor parte sin ningún tipo de suministro energético y sin enlaces de telecomunicaciones.