La crisis de los refugiados ha vuelto a poner en primera línea de atención la guerra civil siria, con llamamientos a una intervención en tierra contra los yihadistas del Estado Islámico y a la posibilidad de un pacto con el dictador Al Asad, como mal menor frente a la ofensiva del islamismo radical.

En ese nuevo contexto, el ministro de Exteriores ruso, Sergei Lavrov, confirmó ayer la presencia de soldados rusos en Siria "desde hace varios años" y reconoció que los vuelos enviados por Moscú al país árabe transportan ayuda humanitaria pero también equipamiento militar. La intervención activa de Rusia en favor de su aliado Asad había sido denunciada por Occidente pero nunca reconocida por Moscú.

La presencia de ese personal militar "está relacionada con las entregas de armas para el Ejército sirio, que es quien está asumiendo el grueso de la lucha contra el terrorismo del Estado Islámico y otros grupos extremistas", puntualizó Lavrov. Los militares rusos están en Siria para "ayudar a Damasco a dominar el equipamiento y prepararles para su uso en la lucha antiterrorista", añadió el ministro de Exteriores ruso.

Lavrov justificó el envío de armas al Ejército sirio por la necesidad de evitar que se repita lo ocurrido en Libia y "otros acontecimientos desafortunados ocurridos en el mundo árabe por la obsesión de algunos de nuestros socios europeos por cambiar los regímenes que no ven deseables". En cualquier caso, el canciller ruso negó que prepare una intervención directa en apoyo de Al Asad, como, en su opinión, temen los Estados Unidos. Sin embargo, dejó una puerta abierta: "En caso de que se requiera (una intervención), daríamos estos pasos en pleno acuerdo con nuestra legislación y con las normas internacionales, y siempre a petición y de acuerdo con el Gobierno sirio o con los gobiernos de otros países de la región, siempre que se trate de ayudarles en la lucha contra el terrorismo".

De acuerdo con las informaciones facilitadas estos últimos días por fuentes oficiales de EE UU, Washington teme, en efecto, que Rusia haya incrementado sus suministros de armas pesadas a Damasco y que esté preparando el terreno para una intervención militar, por lo que estaría habilitando varios aeródromos de nuevo cuño en el país árabe.

Desde el bando occidental, el objeto de las ayudas en los últimos tiempos son los milicianos kurdos que luchan con éxito contra el yihadismo en el norte de Siria, región donde funcionan como un poder autónomo que Damasco no controla. Fuentes de la cúpula de esas milicias admitieron ayer que Occidente les ha dado entrenamiento.