El Gobierno húngaro del ultraconservador Víktor Orbán dio ayer muestras de estar a punto de cerrar la puerta a la ingente riada de refugiados que a diario llega al país, 175.000 en lo que va de año. El Ejecutivo anunció el próximo despliegue de 4.000 soldados en la frontera serbia y reveló que el martes estudiará el "estado de crisis por la inmigración masiva". Ese día entrarán en vigor las leyes que prevén hasta tres años de cárcel para toda persona que entre de modo ilegal en el país.

El estado de crisis puede durar hasta seis meses y bajo ese régimen el Estado puede intensificar los controles fronterizos, a la vez que la Policía y el Ejército asumen la tarea de inscribir a los solicitantes de asilo en un registro.

Según el ministro húngaro de Gobernación, János Lázár, las nuevas medidas y un procedimiento acelerado sobre asilo harán que la situación cambie la semana que viene. Para Budapest, Serbia y Grecia son países seguros para solicitar asilo, por lo que se aplicarán "otras reglas del juego" a los refugiados que lleguen desde esos Estados la próxima semana. "Esperamos que los inmigrantes busquen otras vías", concluyó Lázár, resumiendo el punto de vista de un Gobierno dispuesto a devolver a Serbia a todas aquellos a los que niegue el asilo. Esto pondría fin a la actual vía libre de Hungría a Alemania a través de Austria.

La intención de Hungría de sellar su frontera, cerrando incluso el único hueco -una vía férrea- que ha dejado en su alambrada de separación con Serbia, ha hecho que miles de refugiados se apresuren a cruzar desde ese país, como muestra el récord de llegadas, 3.321 personas, registrado el miércoles.

Macedonia, estación previa a Serbia en el vía crucis de los refugiados hacia Hungría, también se está planteando cambios, desbordada por la cantidad de refugiados que el Gobierno griego les coloca en la frontera común. El Gobierno de Skopje planea cerrar esa raya fronteriza, aunque admite que no podrá hacerlo a corto plazo y no es una solución a largo plazo. Actualmente entre 3.000 y 4.000 refugiados entran diariamente en Macedonia, un país de apenas dos millones de habitantes, provenientes de Grecia, donde solo ayer 4.500 refugiados llegaron por mar a Atenas desde la isla de Lesbos.

En el otro extremo de la ruta de refugiados que recorre Europa de punta a cabo, las autoridades danesas decidieron ayer dejar libre la vía hacia Suecia, país al que quieren dirigirse buena parte de los 3.000 refugiados llegados desde Alemania en los últimos cuatro días sin intención de pedir asilo en Dinamarca. El miércoles la acumulación de personas que se negaban a bajarse de los trenes en las estaciones fronterizas con Alemania obligó a suspender unas horas el tráfico ferroviario con este país, mientras que un grupo decidió irse caminando hacia Suecia, lo que provocó el cierre de una autopista. En un principio, Copenhague había decidido, en aplicación de la normativa comunitaria, tomar registro de asilo a todos los llegados.