El Gobierno de coalición con los socialdemócratas que preside la canciller democristiana Angela Merkel acordó el domingo por la noche destinar 6.000 millones de euros a atender la llegada de refugiados a Alemania, después de un fin de semana en el que arribaron al país, principalmente a Munich, la capital bávara, unas 20.000 personas desde Hungría.

El Ejecutivo acordó incluir una partida de 3.000 millones en el presupuesto de 2016 y destinar otros 3.000 millones más a ayudar a los estados y los gobiernos locales, según informó ayer la prensa local. El Gobierno debatió si se debe dar asistencia material a los refugiados o por el contrario se les debe entregar dinero en efectivo. Berlín quiere incrementar el número de plazas en los centros de acogida en 150.000.

Agradecimiento

Merkel agradeció las muestras de apoyo a los refugiados prodigadas por los alemanes durante el fin de semana y aseguró que movimientos espontáneos como éstos hacen que los habitantes de Alemania puedan sentirse "orgullosos" de su país. "Acabamos de dejar atrás un fin de semana que fue conmovedor, a veces sobrecogedor", proclamó la canciller. No obstante, tanto Merkel como su "número dos", el vicecanciller socialdemócrata Sigmar Gabriel, resaltaron que el peso de estas llegada masivas no puede recaer en Alemania o en unos pocos países, por lo que reclamaron una respuesta europea urgente.

El panorama del fin de semana fue juzgado con mucha mayor acritud por la dirigente ultraderechista francesa Marine Le Pen. Para la presidenta del Frente Nacional, lo que pretende Alemania acogiendo a cientos de miles de refugiados -se estima que admitirá unos 800.000 en todo el año- es recurrir a salarios más bajos y contratar "esclavos", ya que "probablemente piensa que su población está moribunda".

Para Le Pen, "Alemania, con la tasa de paro más baja de la Unión Europea, quiere imponer su política de inmigración. No solo busca gobernar nuestra economía, quiere además forzarnos a aceptar a cientos de miles de refugiados", se quejó.