Dos semanas después de la tragedia del avión malasio con 298 personas a bordo en el este de Ucrania, forenses internacionales pudieron llegar ayer a la zona para iniciar una investigación pero se vieron obligados a abandonarla por los combates.

Al mismo tiempo, el Parlamento ucraniano aprobó el próximo despliegue de una misión policial acordada con Holanda y Australia, los dos países que más víctimas tuvieron en el siniestro, para garantizar la seguridad de los investigadores en el lugar, donde aún quedan restos de decenas de víctimas.

"La misión de observadores de la OSCE ha llegado al lugar del siniestro del MH17 acompañada de cuatro expertos (forenses) holandeses y australianos. Se empleó una nueva ruta" de acceso, anunció la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa.

No fue fácil, ya que los combates entre los rebeldes prorrusos y las fuerzas gubernamentales ucranianas no han cesado en la zona, en la que los milicianos utilizaron ayer las temibles lanzaderas de misiles Grad, según el Ministerio del Interior de Kiev.