El secretario de Estado de EE UU, John Kerry, cerró ayer su ronda iraquí de presión sobre el terreno reclamando a los dirigentes kurdos que se integren en el Gobierno de Bagdad y, de ese modo, contribuyan a la unidad del país para hacer frente a la ofensiva yihadista que desde hace varias semanas tiene contra las cuerdas al Gobierno del chií Nuri Al Maliki. Así se lo transmitió Kerry al presidente de la región autónoma del Kurdistán iraquí, Masud Barzani, y al dirigente de la Unión Patriótica del Kurdistán (UPK), Borham Saleh, con quienes se reunió por sorpresa en Erbil, la capital regional.

El Kurdistán iraquí goza de una elevada autonomía, pero en la práctica está actuando como un Estado independiente desde que los peshmergas reemplazaron a todos los efectos a los soldados de Bagdad, que huyeron en desbandada ante la ofensiva yihadista. Además, en las últimas semanas, las autoridades de Erbil están procediendo a la exportación del crudo kurdo al margen del Gobierno central.

Las presiones de Kerry sobre los kurdos llegan al día siguiente de que se entrevistase en Bagdad con Al Maliki, a quien instó a formar un Gobierno de unidad con suníes y kurdos (que también pertenecen a esta obediencia islámica), para de ese modo poner fin a los años de gobiernos sectarios que han llevado a la desarticulación del país.

Kerry llegó a Bagdad procedente de El Cairo, donde discutió, entre otras cuestiones, la situación iraquí con el presidente Al Sisi y desde donde, el domingo, ya lanzó serias advertencias al líder iraquí. El sábado, el presidente Obama había anunciado que su confianza en Al Maliki está "rota", había puesto en duda que haya todavía una cadena de mando efectiva en el Ejército iraquí y había advertido a las autoridades de Bagdad que sin un Gobierno de unidad la crisis no tendrá solución. Obama explicó que no está dispuesto a implicarse militarmente en Irak -una implicación que, en todo caso, no conllevaría despliegue de tropas- en las circunstancias de división y odio sectario actuales.

Kerry declaró desde Erbil a medios de comunicación de EE UU que, una vez se resuelva -mediante la formación del Gobierno que Washington reclama- lo que calificó de "vacío de poder" en Irak, EE UU está "plenamente preparado para usar la fuerza militar". En esas declaraciones, Kerry alabó a los dirigentes kurdos y aseguró que tienen un "liderazgo organizado, enfocado y disciplinado".

Sobre el terreno, la gran batalla de ayer se libró en el plano mediático, con comunicados de Bagdad y de los yihadistas en los que unos y otros se atribuyeron el control de la refinería de Biyi, la mayor del país. Así lo afirmaron, por un lado, activistas locales, quienes precisaron que la toma de las instalaciones se produjo tras varios días de duros combates.

Sin embargo, a la vez, un portavoz del Ejército iraquí aseguró que sus tropas controlan totalmente la refinería, al igual que dos puestos fronterizos con Siria, en disputa desde hace días. Además, el portavoz aseguró que las tropas mataron en las últimas horas a más de 60 insurgentes. Ninguno de estos aspectos ha podido ser comprobado.

Desde Ginebra, la Oficina de la Alta Comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos informó de que más de 1.000 personas han muerto, en su mayoría civiles, y más de 1.000 han resultado heridas en lo que va de junio en Irak, coincidiendo con la ofensiva suní encabezada por los yihadistas del Estado Islámico de Irak y Siria (ISIS) en la mitad norte del país. El balance incluye a las víctimas de ejecuciones sumarias por parte del ISISy a los prisioneros muertos por las fuerzas iraquíes en su retirada.