La Alta Comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Navi Pillay, alertó este miércoles de que las últimas masacres perpetradas en Sudán del Sur demuestran que el joven país está al borde "de la calamidad".

"El asesinato de cientos de personas, muchos de ellos civiles, en Bentiu, y el asalto al campamento de la ONU que alberga a miles de desplazados internos en Bor, donde murieron más de cincuenta hombres, mujeres y niños, demuestra lo cerca que está Sudán del Sur de una calamidad", advirtió Pillay en una rueda de prensa realizada en Yuba, la capital del país, según un comunicado de Naciones Unidas.

"Sin la enérgica intervención de los cascos azules indios, cientos más hubieran muerto", agregó la Alta Comisionada.

Pillay viajó acompañada del enviado especial de la ONU para la prevención del genocidio, Adama Dieng, en una visita realizada a petición del secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, quien se ha mostrado extremadamente preocupado por la deteriorada situación del país más joven del mundo.

"La mortífera mezcla de recriminación, discurso del odio y asesinatos por venganza que han ido aumentando en los últimos cuatro meses y medio parece que está alcanzando su punto álgido, y estoy muy preocupada de ver que ni los líderes de Sudán del Sur ni la comunidad internacional están percibiendo la peligrosidad de la situación", confesó.

Las luchas, en las que han muerto miles de personas y que han expulsado de su hogar a 1,2 millones de personas, han puesto al borde de la guerra civil al nuevo país, independizado de Sudán en julio de 2011, después de que en diciembre pasado el presidente, Salva Kir, acusara al exvicepresidente y actual líder rebelde, Riak Machar, de intentar dar un golpe de Estado.

"Desgraciadamente, todo lo que he visto y he oído en esta visita refuerza la visión de que los líderes del país, en lugar de intentar llevar su empobrecida nación hacia la estabilidad y la prosperidad, se han embarcado en una lucha personal por el poder que ha llevado a su nación al límite de una catástrofe", criticó Pillay.

Pillay y Dieng se reunieron ayer en Yuba con Kiir y cinco de sus ministros, y posteriormente volaron en helicóptero hasta Nassir y mantuvieron un encuentro con Machar.

Ambos recriminaron al líder de la oposición la matanza de Bentiu, dado que se ha confirmado que fue perpetrada por sus fuerzas, y éste afirmó que está llevando a cabo su propia investigación y se comprometió a evitar que se cometan atrocidades similares en el futuro.

Pillay agradeció esta investigación y otra que lleva a cabo el Gobierno para esclarecer lo sucedido en Yuba a mediados de diciembre que fue la que dio paso a una escalada de asesinatos raciales, pero advirtió de "que si se quiere que la población de Sudán del Sur crea que hay real asunción de responsabilidades se debe ir más allá de las palabras y se debe actuar: arrestar y procesar a los culpables con estándares internacionales".

Pillay dijo que de lo contrario "no habrá nada que detenga otras ejecuciones sumarias y asesinatos en masa".

En sus conversaciones con Kiir y Machar, Pillay recordó que existen más de un millón de personas con riesgo de padecer hambre y pidió una tregua para que puedan volver a sus tierras y plantar sus cultivos, algo que ambos dijeron que permitirían si el otro lo hacía antes.

"La posibilidad de que cientos de miles padezcan hambre y malnutrición a causa de su incapacidad para resolver sus diferencias pacíficamente no pareció que les preocupara lo más mínimo", denunció Pillay.

Las agencias de Naciones Unidas calculan que hay casi cinco millones de personas que necesitan asistencia humanitaria para subsistir y que ese número aumentará a corto plazo.

"¿Hasta qué punto la situación tiene que degradarse para que aquellos que pueden acabar con el conflicto, especialmente Kiir y Machar, decidan actuar?", se preguntó Pillay.