Rusia llamó ayer a consultas a su representante militar ante la OTAN, el general Valeri Yevnevich; oficialmente, en respuesta a la decisión de la Alianza de hacer efectiva la suspensión de toda actividad civil y militar con Moscú tras la anexión de Crimea; pero también -y sobre todo- porque este martes los aliados anunciaron preparativos para reforzar "con urgencia" su defensa colectiva en el este de Europa.

El movimiento diplomático de Rusia coincidió con duras acusaciones de las nuevas autoridades ucranianas, a las que Moscú castigó con el segundo incremento del precio del gas esta semana. Si el monopolio gasístico Gazprom anunció días atrás una subida de la tarifa del 40%, ayer añadió a ese aumento el cobro del arancel a la exportación, cien dólares más por cada mil metros cúbicos del hidrocarburo.

Kiev respondió acusando al depuesto presidente Viktor Yanukovich y a los servicios secretos rusos de estar detrás del asesinato, el pasado 20 de febrero, de más de un centenar de manifestantes en el Maidán; acusaciones que Moscú se quitó de encima repitiendo que esas muertes fueron obra de francotiradores a sueldo de los sectores más extremistas de la revuelta que condujo a la caída de Yanukovich.

Pero, más allá de este toma y doca entre Moscú y Kiev, el Kremlin retiró, por un lado, a su representante militar ante la OTAN, alegando, por boca de su viceministro de Defensa, Anatoli Antonov, que "la decisión de suspender la cooperación por línea militar y civil con Rusia anula los resultados del trabajo conjunto de los últimos años". Y advirtiendo: "Esperamos que Bruselas haya calculado las consecuencias de tal paso para la seguridad euroatlántica".

De paso, el viceministro también advirtió de que la decisión de reforzar la presencia militar aliada en el este de Europa, cerca de las fronteras rusas, no contribuirá a reducir la tensión en la zona, sino más bien a lo contrario.

Al mismo tiempo, el ministro de Exteriores, Serguei Lavrov, anunció que Rusia replegará sus tropas de la región de Rostov del Don, en la frontera con Ucrania, cuando acaben las maniobras en curso. En respuesta a las acusaciones aliadas de que Moscú acumulaba en la zona limítrofe un contingente capaz de invadir el este de Ucrania, Lavrov sostuvo que el refuerzo militar que prepara la Alianza violaría los acuerdos bilaterales firmados en 1997 y aprovechó para acusar a EE UU de incumplir los acuerdos que regulan la navegación de buques de guerra en aguas del mar Negro. Por el contrario, el secretario general aliado, Anders Fogh Rasmussen, negó la primera afirmación de Lavrov y se declaró "sorprendido" por sus palabras, "porque Rusia está violando cada principio y compromiso internacional que ha contraído".