La difícil situación que vive Egipto desde que el pasado 3 de julio fue depuesto por el Ejército el presidente islamista Mursi se agravó ayer aún más al degenerar en disturbios las manifestaciones de los opositores al nuevo régimen. La Policía intervino para dispersar a grupos de islamistas llegados de diversas zonas de Egipto que se concentraron ante la sede del Ministerio de Asuntos Religiosos, donde estalló la tensión entre seguidores de Mursi y jóvenes y vecinos del barrio. Los agentes llegaron a utilizar gases lacrimógenos.

Posteriormente, los islamistas se concentraron en la vecina plaza de Mohamed Naguib, adonde acudieron más manifestantes favorables a Mursi que habían acudido a protestar ante Interior, Justicia y Electricidad.

Los islamistas mantuvieron, además, sus multitudinarias concentraciones de las plazas cairotas de Rabea al Adauiya y Al Nahda. Los accesos están bloqueados con decenas de muros y son custodiados por manifestantes armados.

Pese al incremento de la tensión, las autoridades de transición siguen avanzando en su calendario y un total de 25 gobernadores provinciales prestaron ayer juramento ante el presidente interino, Adli Mansur. De ellos, veinte son nuevos y cerca de la mitad son generales u oficiales de Policía retirados.