Visto que todo lo que puede almacenarse en un ordenador puede ser sacado de él y difundido por medios electrónicos, el espionaje ruso ha decidido volver a los métodos tradicionales: máquinas de escribir, papel, lápices y bolígrafos.

El diario "Izvestia" dio a conocer ayer la compra por el Servicio Federal de Protección (SFO) de veinte máquinas de escribir diseñadas para la redacción de documentos secretos. Y, según el rotativo, los servicios de inteligencia han optado por "ampliar la práctica de crear documentos en papel", según Efe.

La razón de este regreso a las herramientas de otro tiempo no es otro que las revelaciones de Edward Snowden, el exempleado de la CIA y la NSA que ha filtrado a la prensa mundial los programas secretos de vigilancia de los gobiernos de EE UU y el Reino Unido y demostrado cuán vulnerable es el espionaje del siglo XXI.

Rusia tiene el problema en casa, porque el exanalista lleva desde el 23 de junio en la zona de tránsito del aeropuerto de Moscú, y además respira por la herida: uno de los secretos aireados por Snowden es que el expresidente -ahora primer ministro- Dmitri Medvédev fue espiado en una cumbre del G-20.

Snowden salió de Hong Kong por temor a que EE UU consiguiera su extradición, y, sin pasaporte ni un destino claro, parece haber echado raíces en el aeropuerto de Sheremétievo, donde nadie le ha visto la cara.

Ahora mismo se debate entre pedir asilo a Rusia -que, a cambio, le exige que deje de filtrar secretos- o acogerse a las ofertas que le han hecho Venezuela, Bolivia y Nicaragua. Aunque también se la hizo Ecuador, y luego se echó atrás.

El caso es que, con Snowden de pasajero en tránsito hacia ninguna parte, y el peso de sus revelaciones envenenando las relaciones de EE UU y la UE, y las de ciertos países de la UE con las naciones de la órbita chavista, Rusia ha decidido tomar cartas en el asunto. El exdirector del Servicio Federal de Seguridad (antigua KGB) Nikolái Kovaliov lo tiene claro: "Desde el punto de vista de la seguridad, cualquier medio de comunicación electrónico es vulnerable".

Entre tanto, las filtraciones del exanalista -en este caso, las publicadas por el diario brasileño "O Globo"- llevaron ayer al ministro de Comunicación del país, Paul Bernardo, a afirmar que el Ejecutivo brasileño está seguro de que las agencias de Inteligencia de EE UU habrían controlado millones de llamadas telefónicas y correos electrónicos a través de una estación de espionaje en Brasilia.