La batalla por el control de la estratégica ciudad de Al Quseir, en la provincia siria de Homs y casi fronteriza con Líbano, ha puesto de relieve el grado de compromiso de la guerrilla pro iraní libanesa de Hezbolá, que ha perdido a decenas de combatientes en el asedio de la plaza, que, hasta el domingo, estaba en manos de los rebeldes que luchan para derrocar a Bachar al Asad. El Ejército sirio, apoyado por la aviación y el grupo chií, da ya por controlada la ciudad, pero los insurgentes aseguran que aún resisten y que las tropas del régimen solo han conquistado algunas aldeas de los alrededores.

Según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, desde el inicio de las operaciones para arrebatar Al Quseir a los rebeldes, que empezaron anteayer, han muerto al menos 50 insurgentes y 28 efectivos de Hezbolá. De su lado, la Comandancia Conjunta del rebelde Ejército Libre Sirio (ELS) elevó a 50 el número de caídos entre los guerrilleros de la milicia libanesa y a más de cien los heridos, la mayoría de ellos en estado grave.

El presidente de EE UU, Barack Obama, expresó a su homólogo libanés, Michel Suleiman, su preocupación por el "rol activo y creciente" de Hezbolá en la guerra civil en Siria. El líder de la guerrilla pro iraní, Hasán Nasralá, reconoció la presencia de sus hombres en Siria, y en su último discurso dijo que "los amigos del régimen de Damasco no lo dejarán caer".

La guerra en Siria sigue tensando la vida en la ciudad libanesa de Trípoli, tras los choques entre vecinos de barrios rivales que el domingo causaron dos muertos y 26 heridos, informó ayer la Agencia Nacional de Noticias libanesa (ANN).

Y, entre tanto, la oposición siria se reúne desde ayer y hasta hoy en Madrid con vistas a la conferencia internacional propuesta por EE UU y Rusia para tratar de poner fin a la guerra civil.