El "abismo fiscal" ya se abre a los pies de los norteamericanos. A sólo cuatro días del final del año, la temida conjunción de subidas generalizadas de impuestos y recortes del gasto federal que entrarán en vigor el 1 de enero, si un acuerdo bipartidista no lo remedia, parece darse por hecha entre los políticos de Washington, pero no menos entre los consumidores, cuya confianza ha caído este mes 6,4 puntos.

Los demócratas del Senado no ocultan su pesimismo. El líder del partido del burro en la Cámara alta, Harry Reid, reconoció que no hay ninguna solución a la vista. "Tengo que ser honesto", dijo Reid al inaugurar la tradicional sesión entre los días de Navidad y Año Nuevo. "Parece que ahí (al "abismo fiscal") es hacia donde nos dirigimos".

En contra de lo avanzado el miércoles, Reid informó de que el Senado no tiene en su agenda ninguna votación sobre el "abismo fiscal", en el que los analistas temen que pueda estar el principio de una nueva recesión en Estados Unidos que terminaría al final arrastrando a las economías europeas.

Reid urgió a los republicanos a mover ficha presentando un plan que pueda ser aprobado por ambas cámaras del Congreso. El senador por Nevada criticó duramente a la Cámara de Representantes, donde mandan los conservadores, por no haber convocado una sesión, y acusó a sus rivales de quedarse en sus estados "viendo películas", en lugar de viajar a Washington para intentar cerrar un pacto que evite el "abismo fiscal", informó Efe.

Sin embargo, el presidente de la Cámara de Representantes, el republicano John Boehner, opina justamente lo contrario y cree que corresponde a los demócratas sacar adelante una propuesta en el Senado, donde tienen la mayoría, aunque, para ello, necesitarían el voto favorable de algunos republicanos.

Boehner fracasó estrepitosamente la semana pasada en la Cámara baja, donde no logró que los radicales de su propio partido aceptasen prorrogar las exenciones fiscales que vencen el 1 de enero excepto para las rentas de más de un millón de dólares al año (756.000 euros).

La otra amenaza para los norteamericanos son los recortes del gasto público que entrarán en vigor dentro de cuatro días si no hay un acuerdo bipartidista. Demócratas y republicanos deberían pactar algo prácticamente imposible: la fórmula para reducir el déficit 1,2 billones los próximos diez años; si no, partidas tan importantes como defensa, educación y el programa de salud para jubilados "Medicare" se verían afectadas por los recortes que los demócratas aceptaron en agosto de 2011 a cambio de elevar el techo de deuda.

En este contexto, Obama, interrumpió sus vacaciones navideñas en Hawai y regresó a Washington para intentar lograr un acuerdo de última hora. Según algunos congresistas Obama iba a enviar ayer mismo a los conservadores del Senado una nueva propuesta, en un intento de conseguir que la Cámara alta pueda hacer lo que no pudo la Cámara baja: aprobar un plan para prorrogar las exenciones fiscales.