El pontevedrés Abel Álvarez vive en la zona de Kansai -que corresponde a las ciudades de Osaka, Kobe, Nara y Kioto-. Allí ya hubo un gran terremoto bautizado “Hanshin Daishinsai” en 1995. El seísmo entonces fue de 6,9 grados (el de ayer registro 8,9), pero destruyó edificios, autopistas y perdieron la vida más de 6.000 personas. “Es un amargo recuerdo para los japoneses y desde entonces han mejorado mucho la tecnología para evitar tantas pérdidas ¡y lo han conseguido!”, reflexiona el joven. “El número de víctimas mortales en el terremoto de hoy [por ayer] aún está sin confirmar pero sin duda no será tan grande, a pesar del terremoto más grande de la historia de Japón”, vaticina. El docente responde al teléfono a FARO desde su piso de Osaka cuando allí son las nueve de la noche, mediodía en Galicia.

-¿Cómo se encuentra?

-Estoy en Osaka y aquí no hay muchos problemas, pero el seísmo fue bestial. Lo sentí muy fuerte. Estaba en casa y aunque está a unos 600 kilómetros del epicentro, se movía muchísimo.

-Su teléfono no está cortado, ¿está siguiendo las informaciones por internet?

-Estoy viendo las noticias y están poniendo autobuses para que la gente pueda volver a sus casas, porque cortaron los transportes públicos. Nunca había visto semejante marabunta en la calle en Tokio. Desde el seísmo estoy pendiente de internet y la televisión. Llevo todo el día en casa.

-¿Ha visto caos en la calle?

-Estoy viendo en directo la calle. Te das cuenta de lo organizado que es este país en situaciones como ésta. La gente no se altera apenas. En la calle no había pánico, ni gente corriendo

-¿No le sorprende que haya tantos muertos y catástrofe a pesar de las medidas de prevención que existen en ese país?

- Este ha sido el más grave seísmo de la historia de Japón. Hay un colegio que se vino abajo. Fue bestial, si llega a pasar en España o en un país que no está preparado para terremotos, se viene todo abajo. Sería una debacle. El recuento de víctimas seguirá.

-¿Siguieron ustedes el protocolo de evacuación?

-Mi casa es el último piso; no es un edificio alto, es el octavo, pero lo sentí. Agarré el teléfono móvil y lo más importante: Cuando llegas a Japón te dan un manual sobre cómo actuar en caso de terremoto. Lo primero es que abras la puerta. Precisas abrir vías de escape porque si se mueven las estructura del edificio o hay un incendio no puedes salir. Así lo hice.

-No es el primero que vive.

-No. Uno me tocó cerca cuando llegué a Osaka. Como es tan habitual, los jefes dijeron ‘no os preocupéis y seguid trabajando’. Me pilló en un rascacielos y temí.