Las revueltas populares que desde principios de año agitan a numerosos países árabes, desde Argelia hasta Jordania, cruzaron ayer al Mediterráneo para reproducirse en el único país islámico de Europa, Albania. Las protestas, lideradas por la oposición socialdemócrata al primer ministro conservador, Sali Berisha, causaron al menos tres muertos y 40 heridos en la capital, Tirana.

Miles de manifestantes llegados de todo el país marcharon hacia la sede del Gobierno cuando fueron reprimidos por la Policía con gases lacrimógenos, cañones de agua y armas de fuego. Tres civiles fueron abatidos a corta distancia, mientras que al menos 22 manifestantes y 17 policías resultaron heridos, confirmaron fuentes hospitalarias. Tres de los heridos están graves.

Cientos de policías protegieron la sede del Gobierno y respondieron con la fuerza a las pedradas de los descontentos. Los manifestantes, enfurecidos por la gestión económica de Berisha y los numerosos casos de corrupción de su Ejecutivo, exigieron la dimisión del primer ministro y elecciones anticipadas, con gritos de "Queremos Albania sin Sali" y "Sali, ladrón ¿dónde te has metido nuestro dinero?".

Un grupo de opositores logró acceder al recinto gubernamental por un portón lateral, mientras lanzaban piedras. Los manifestantes echaron abajo una puerta, pero la Policía logró controlar la situación y los opositores huyeron. El presidente de Albania, Bamir Topi, hizo un llamamiento a todas las fuerzas políticas "a calmar a los manifestantes y garantizar cuanto antes el retorno al orden público".

El líder socialista Edi Rama, enfrentado a Berisha desde hace años, condenó la violencia, de la que responsabilizó a su rival, al tiempo que calificó la actuación de la Policía como "de bárbaros". El ministro de Defensa, Arben Imami, rechazó las acusaciones y manifestó que "Rama se ha vuelto al crimen político y a la violencia abierta".

La reacción internacional fue de alarma y de llamadas a la calma. EE UU, la UE y la Organización de Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE) instaron a los partidos enfrentados al diálogo.

Albania vive una profunda crispación política desde hace meses. Las tensiones más recientes surgieron tras la dimisión la semana pasada del viceprimer ministro albanés Ilir Meta, quien se vio obligado a la renuncia tras emitirse en una televisión local un vídeo grabado con cámara oculta en el que se ve cómo trata de manipular una licitación pública. Albania, uno de los países más pobres del continente europeo, celebró unas elecciones parlamentarias en junio de 2009 que hasta hoy resultan controvertidas debido al estrecho margen entre el victorioso Berisha y el derrotado Rama. Desde entonces la oposición no se cansa de acusar al Gobierno de corrupción y de malversación de fondos públicos.