La cumbre de la UE reunida desde ayer en Bruselas ha conseguido su objetivo principal: garantizarse el sí de Chequia al Tratado de Lisboa, último obstáculo para la promulgación de la ley de leyes europea. Los jefes de Estado y de Gobierno de los 27 acordaron anoche, durante la cena, conceder las garantías que pide el presidente checo, el euroescéptico Vaclav Klaus, para ratificar el Tratado, según informaron escuetamente fuentes diplomáticas.

Las garantías pedidas por Klaus consisten en establecer una excepción que permitirá que la Carta de Derechos Fundamentales no se aplique en territorio checo, algo que ya tienen Reino Unido y Polonia. El presidente checo justificó su petición alegando que quiere protegerse así frente a posibles reclamaciones por las propiedades confiscadas a los alemanes de la región de los Sudetes tras la Segunda Guerra Mundial. La concesión de garantías a Chequia hubo de doblegar en el último momento las resistencias de Hungría. Unas pocas horas antes, Eslovaquia, que había amenazado con pedir lo mismo que sus vecinos retiró sus pretensiones, dejando ya despejada la mitad de la vía.

Los líderes europeos esperan ahora que, tras haber satisfecho sus pretensiones, Klaus firme el Tratado de Lisboa a principios de noviembre, una vez que el Tribunal Constitucional checo se haya pronunciado el próximo martes, día 3 de noviembre, sobre un recurso presentado por 17 senadores. En ese momento, la presidencia sueca podría convocar una cumbre extraordinaria, probablemente para el 10 de noviembre, en la que formalizar los nombramientos de los nuevos cargos que crea el Tratado: el de presidente permanente de la UE y el de Alto Representante de Política Exterior y Seguridad Común. También se pondrá en marcha la designación de los comisarios que acompañarán al portugués Barroso en su segundo mandato. De cumplirse este calendario, Lisboa podría entrar definitivamente en vigor a finales de diciembre o principios de enero de 2010.

La primera jornada de la cumbre registró, además, la constatación de la división entre los gobiernos del este y el oeste sobre el reparto de la carga financiera en la lucha contra el cambio climático. Nueve socios del centro y el este, encabezados por Polonia, han vuelto a exigir que los 27 fijen primero el reparto interno de cargas antes de prometer ayudas para los países en desarrollo. Francia y Alemania, por su lado, se oponen a que la posición europea en la cumbre sobre cambio climático de Copenhague (diciembre), incluya compromisos de financiación.

Por otra parte, las posibilidades de que el ex primer ministro británico, Tony Blair, se convierta en el primer presidente no semestral de la historia de la UE son cada vez más escasas. Su candidatura, además de ser rechazada por los conservadores, tampoco logró el apoyo de los socialistas.