La visita oficial que la vicepresidenta primera del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, hizo este fin de semana a Egipto, dejó abiertos nuevos proyectos e iniciativas bilaterales que propicien las relaciones internacionales del país.

Por un lado, De la Vega propuso ayer al presidente de la República de Egipto, Hosni Mubarak, la celebración de una cumbre en ese país el próximo otoño, a la que acudirán, además de España y Egipto, los principales países árabes. El objetivo, aseguró, es consensuar soluciones que impulsen la paz en el duradero conflicto abierto entre israelíes y palestinos.

La cumbre se enmarcaría en la preparación de la presidencia española de la UE, que comienza el 1 de enero de 2010, con el objetivo de poder avanzar durante el mandato español.

El ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Angel Moratinos, que acompañço a De la Vega en la visita oficial, reconoció que el Gobierno español no teme que la iniciativa de presidir la cumbre provoque malestar en Israel, ya que España tiene una excelente relación con ese país, por lo que mantendrá reuniones con las dos partes y no habrá ni malestar ni malentendidos.

En cuanto a la decisión de qué países participarán en la cumbre, De la Vega anunció que será Mubarak quien considere qué naciones tienen mayor importancia en el asunto, subrayando que el líder egipcio se mostró encantado con la iniciativa, y se mostró partidario de reunir al mayor número de países.

Moratinos destacó que dejan el peso de la decisión en Mubarak porque es la persona idónea para hacer esa convocatoria y reunir a los principales actores que puedan compartir con Zapatero su estrategia y aspiraciones. El objetivo es intercambiar posturas, dialogar y barajar las posibles soluciones para suavizar la tensión en el conflicto.

Por otro lado, la reunión con el mandatario egipcio desembocó en más proyectos: cuando España ocupe la presidencia de la UE, se celebrará otra cumbre, en Barcelona, sobre la Unión por el Mediterráneo. De la Vega hizo hincapié en este asunto, resaltando la necesidad de reactivar las reuniones de la Unión por el Mediterráneo para poder trasladar y concretar los acuerdos que se tomaron en los encuentros de París y Marsella.