El llamado grupo de Sauerland, por la región de Alemania donde fueron detenidos, fue capturado en 2007 con 730 kilos de material para fabricar explosivos y está acusado de planear atentados con coches bomba en todo el país.

Fritz Gelowitz, de 29 años y convertido al Islam a los 15; Daniel Schneider, de 23 y musulmán desde 2003; el turco-alemán Atila Selek, de 24 años y nacido en Alemania y Adem Yilmaz, turco de 39 años y llegado al país hace 20 años, son los encausados como presuntos miembros de la IJU, célula de Al Qaeda.

El proceso es presidido por el juez Ottmar Breidling, avezado en casos de terrorismo islámico, quien asume un juicio que se perfila largo y complejo, cuyas actas alcanzan los 530 archivadores y para el que sólo la fiscalía ha convocado 219 testigos.

Los investigadores han advertido del enorme grado de fanatismo del grupo, especialmente en el caso de los dos conversos. Los expertos judiciales alemanes pronostican que, conociendo a Breidling, cortará de raíz cualquier provocación de los acusados en la sala.

Para los medios, la célula de Sauerland nació en septiembre de 2007, pero los servicios de seguridad llevaban año y medio observándoles de cerca.

El 4 de septiembre, finalmente, un comando de elite entró al asalto en una casa de vacaciones de la idílica localidad de Oberschledorn (oeste de Alemania) y sacó de ahí, descalzo y esposado, a Schneider, el presunto cabecilla.

Tras meses de seguir sus movimientos, se dio la orden de pasar a la acción ante la certeza de que habían empezado a manipular los 730 kilos de material explosivo, almacenado en 26 toneles. Estaban provistos de 26 detonadores, por lo que se temía que en cualquier momento podían perpetrar un atentado.

A la detención de Schneider siguió la de Gelowitz, estudiante de Economía de Ulm que se hacía llamar por sus colegas Abdalah, y también la de Yilmaz. Completó el cuarteto Selek, extraditado en 2008 por Turquía, como presunto suministrador del material explosivo.

El ministro del Interior, Wolfgang Schäuble, habló de una nueva dimensión de la amenaza terrorista, ante la evidencia de que quienes estaban dispuestos a perpetrar los atentados no eran ya terroristas reclutados de países islámicos, sino jóvenes conversos alemanes.

Entre los objetivos que barajaban se encontraban el aeropuerto de Fráncfort, la base militar aérea de EEUU de Ramstein, la mayor de Europa, así como estadios de fútbol o estaciones ferroviarias y otros lugares en ciudades como Düsseldorf, Múnich, Stuttgart y Colonia.