Ian Tomlinson, un quiosquero de 47 años, murió de un infarto el pasado 1 de abril cerca de una manifestación ante el Banco de Inglaterra con motivo de la reunión que el G-20 (países ricos y emergentes) celebró al día siguiente en Londres.

Tomlinson, que no participaba en la protesta, sufrió un colapso cuando trataba de cruzar un cordón policial de camino a su casa tras terminar su trabajo en el quiosco, radicado en la City, el centro financiero de la capital británica.

Sin embargo, testigos oculares del suceso indicaron a la IPCC, un organismo regulador que vigila la actividad de la Policía, que el quiosquero tuvo "contacto" con agentes de policía antes de desmayarse.

Deborah Glass, encargada de la Comisión para Londres, afirmó hoy que, en un principio, los testigos declararon que no hubo contacto entre las fuerzas del orden y Tomlinson antes de su colapso.

"Sin embargo, otros testigos que le vieron (al quiosquero) en la zona del Royal Exchange (un antiguo centro comercial) nos han dicho que el señor Tomlinson tuvo contacto con agentes de policía. Eso habría sido unos pocos minutos antes de que colapsara", dijo Glass.

Según la responsable de la IPCC, "es importante que podamos establecer, tanto como podamos, si el contacto tuvo algo que ver con su muerte".

La Policía de la City se hará cargo de la investigación en nombre de la Comisión, en tanto que ya han empezado a examinarse las imágenes grabadas por las cámaras de seguridad instaladas en la zona.

La "City" londinense fue el pasado miércoles el escenario de las protestas más airadas de las varias que se celebraron en Londres con motivo de la reunión del G-20.

Grupos anarquistas y ecologistas, en su mayoría anticapitalistas, se concentraron en el centro financiero, frente al banco central, con el objetivo de paralizar la actividad de bancos y empresas.

Más de veinte personas fueron detenidas en esa zona por delitos tan diversos como poseer uniformes policiales o drogas, obstruir el paso, desorden público o desacato a la autoridad.

Unos 5.000 agentes de policía estuvieron de servicio el pasado día 1 en todo Londres, en un dispositivo de seguridad que en total ha costado 7,2 millones de libras (unos 8 millones de euros).