Decenas de miles de personas despidieron ayer con emoción a Raúl Alfonsín al paso del cortejo que trasladó los restos mortales del ex presidente argentino desde el Parlamento al cementerio de Buenos Aires donde fueron sepultados. Previamente, el arzobispo de la provincia de Santa Fe y primo hermano del ex mandatario (1983-1989), José María Arancedo, ofició una misa de cuerpo presente en la explanada del Congreso.

“Llueve, llueve y el pueblo no se mueve”, “Raúl, querido, el pueblo está contigo”, gritó la multitud mientras agitaba banderas argentinas y rojiblancas, características de la centenaria Unión Cívica Radical, el partido al que perteneció Alfonsín. En una jornada fría y lluviosa de otoño, militantes del partido de distintas generaciones se apostaron en las calles de la capital argentina para cantar “volveremos al gobierno como en el 83” y otras consignas tradicionales de la segunda fuerza parlamentaria.

Las pancartas con el rostro del ex presidente y banderas con mensajes como “Gracias Raúl” abundaron entre quienes se reunieron para seguir al cortejo fúnebre, que tardó más de una hora en realizar un trayecto de dos kilómetros hasta el cementerio de Recoleta.

Los restos de quien es considerado “padre” de la democracia argentina tras siete años de una cruenta dictadura militar (1976-1983) fueron depositados en el panteón de los caídos de la Revolución del Parque de 1890, el hecho fundacional de la UCR. A los funerales del dirigente político asistieron el ex presidente brasileño José Sarney y el uruguayo Julio María Sanguinetti, además de delegaciones otros países, ministros, legisladores y dirigentes políticos locales.