Todos contentos. Ése podría ser el más sintético resumen de los estados de ánimo de los mandatarios participantes en la cumbre extraordinaria del G-20 (ampliado a España y Holanda) celebrada ayer en Londres. La reunión se saldó con acuerdo, aunque en los días previos la tensión había subido varios grados al anunciar Francia que no aceptaría un documento basado en frases bonitas y vacías de contenido. Sin embargo, el documento tiene contenido: se inyectan 800.000 millones de euros en el sistema, se crea una agencia supervisora de los mercados financieros, se elabora negro sobre blanco la lista de los paraísos fiscales, se incentiva la lucha contra el proteccionismo y se sale al rescate de los países en dificultades.

El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, tiene muchas razones para sonreír, porque sus puntos de vista se han impuesto, aunque dejando intacto todo el honor franco-alemán. Estados Unidos había instado a los europeos a inyectar mayores cantidades de dinero público en el sistema y se había encontrado con una negativa. Obama no le dio importancia a este rechazo, simplemente le dio la vuelta, consiguiendo que sea la UE la que aporte 100.000 millones de dólares al FMI. Unos millones que saldrán de las arcas comunitarias pero que, en definitiva, llegan de los presupuestos nacionales. Estados Unidos, finalmente, tiene razones para estar satisfecho, porque deja contentos a franceses y alemanes gracias a su apoyo a la publicación de la lista de paraísos fiscales o a la inclusión de todos los operadores financieros bajo el control del CEF.

Más control

Aunque no hubo nuevos planes fiscales, el primer ministro británico, Gordon Brown, subrayó que se ha hecho un “esfuerzo fiscal sin precedentes” por parte de los países del G-20, que volcarán en la economía mundial 5 billones de dólares hasta 2010, elevarán la producción un 4 por ciento y facilitarán la transición hacia una economía ecológica.

Se acordó también reforzar los sistemas de regulación y supervisión del sistema financiero global, incluidos los “hedge funds” (fondos de gestión alternativa), un mejor control de las agencias de calificación de riesgo y el establecimiento de un sistema internacional contable más claro. Además, según Brown, el secreto bancario ha pasado a ser “una cosa del pasado”.

Por otra parte, es necesario, agregó, “limpiar los bancos” para restablecer las líneas crediticias a empresas y ciudadanos, y anunció que habrá nuevas reglas sobre los bonos de los directivos bancarios. Habrá asimismo un enfoque común para hacer frente a los “activos tóxicos” en manos de las entidades financieras y un plan de ayuda de 50.000 millones de dólares destinados a los países pobres.

“Este es el día en que el mundo se unió para luchar conjuntamente contra la recesión global no con palabras sino con un plan de recuperación global y de reforma con una agenda clara para su aplicación “, dijo.