En la penúltima sesión del juicio, el ex mandatario (1990-2000), se dirigió a los jueces para manifestar que la historia lo absolverá y reconocerá que fue el único gobernante peruano que asumió la defensa del Estado contra el terrorismo.

Fujimori es acusado de tener responsabilidad en las matanzas de Barrios Altos, de 1991, y La Cantuta, de 1992, que se saldaron con 25 muertos, y los secuestros del periodista Gustavo Gorriti y el empresario Samuel Dyer en 1992, y de ser declarado culpable puede ser condenado a 30 años de cárcel.

El 10 de diciembre de 2007, al comenzar el proceso, Fujimori dijo ante la sala que era inocente de los abusos a los derechos humanos por los que es acusado, pero la vista fue abruptamente suspendida por la crisis de hipertensión que sufrió ese mismo día.

Al día siguiente, Fujimori recibió además su primera sentencia a seis años de prisión en otro proceso por el allanamiento a la casa de la esposa de su ex asesor Vladimiro Montesinos.

Durante todo el juicio, Fujimori ha estado recluido en un ambiente especialmente construido para él en la Dirección de Operaciones Especiales de la Policía, en el que tiene una sala para visitas y un patio donde se dedica a la pintura y a la jardinería, algunos de sus pasatiempos preferidos.

En ese ambiente, más parecido a un pequeño departamento que a una celda, ha recibido a peculiares invitados, como el cantante del grupo uruguayo Los Iracundos Gianni Pivetta, que lo visitó por su cumpleaños y cantó con él algunas de sus canciones favoritas; o como la pitonisa Salomé Ibargüen, que le leyó el futuro, hechos ambos que causaron un gran revuelo.

El ex gobernante, de 70 años, sufrió durante el juicio una serie de achaques que llevaron a pensar inicialmente que padecía de cáncer, por lo que fue internado varias veces en un hospital de Lima para ser sometido a análisis.

Pero los análisis descartaron la naturaleza maligna tanto de las lesiones en la boca como en el estómago.

La fiscalía y los abogados de la parte civil llamaron entre sus testigos al principal asesor de Fujimori durante sus años en el poder, el ex capitán del Ejército y ex abogado de narcotraficantes Vladimiro Montesinos.

El otrora poderoso asesor se presentó elegante y sonriente ante la sala para reencontrarse con su ex jefe después de ocho años.

Montesinos dijo, en la sesión del 30 de junio de 2008, que Fujimori "no tiene ninguna responsabilidad en los hechos que tiene materia este proceso", con lo cual buscaba exculparlo de las acusaciones.

El ex asesor respondió con evasivas a las preguntas de la sala y finalmente el tribunal eliminó su declaración, al negarse a contestar el interrogatorio completo.

Sin embargo, la complicidad entre ambos quedó plasmada cuando Montesinos se despidió con un guiño de ojos y una sonrisa a Fujimori, que le correspondió de la misma manera.

También fueron interrogados los integrantes del grupo militar encubierto Colina, al que se atribuye la ejecución de las matanzas, quienes dieron detalles de los asesinatos y las celebraciones que hicieron tras cometerlos.

Ninguno de los militares dijo haber conocido personalmente al presidente, pero sí admitieron que recibieron ascensos y premios después de haber intervenido en los hechos denunciados.

La fiscalía esgrimió la hipótesis de la "autoría mediata", por la cual atribuyó a Fujimori el haber promovido la comisión de los delitos en un grupo de subordinados, a través de órdenes dictadas a una cadena de mando que encabezaba Montesinos.

Mientras que el abogado de Fujimori, César Nakasaki, afirma que no hay pruebas escritas para esas ejecuciones, el fiscal supremo José Peláez y su adjunto Avelino Guillén defendieron la tesis de que el ex gobernante no necesitaba una orden escrita para hacer que los integrantes del Colina cumplieran los planes de una "guerra sucia" planeada por Montesinos y él.

Tras la última intervención de Fujimori, prevista para este viernes, la sala quedará lista para la lectura de la sentencia, en los siguientes cinco días hábiles.