Los cadáveres de ocho militares y un ex director de la Policía Judicial del Estado fueron encontrados en la madrugada del domingo decapitados en el Estado mexicano de Guerrero, según la Secretaría de Seguridad Pública, en lo que supone un nuevo golpe del narcotráfico. Las cabezas de los fallecidos se hallaron al lado de una tienda en Chilpancingo, capital del Estado, y estaban dentro de una bolsa negra de plástico, acompañada de una carta que decía que por cada narcotraficante que matasen, responderían asesinando a diez militares. Por su parte, la Iglesia hizo un llamamiento a que el Gobierno no pacte con los narcotraficantes y el crimen organizado, y a que la paz impere en México.

Los cuerpos descabezados fueron encontrados en dos grupos, al lado de dos autopistas de Guerrero, un importante destino turístico mexicano, y donde se encuentra la ciudad de Acapulco.

La decapitación se ha convertido en una táctica de los cárteles de la droga contra los narcotraficantes rivales, agentes de Policía y soldados. Sin embargo, las autoridades no han confirmado si este crimen está relacionado con las drogas, aunque se especula con la posibilidad de que se trate de una venganza después de los combates ocurridos en Teololapan, otro municipio de Guerrero, donde murieron tres pistoleros.

Las cabezas eran de ocho soldados, que podrían pertenecer al batallón de infantería que tiene su sede en la capital guerrerense, y a un ex director de la desaparecida Policía Judicial del Estado, Simón Wenses Martínez, que fue secuestrado el sábado en las afueras de la plaza de toros de Chilpancingo.

Por otro lado, también fueron hallados los cadáveres de cuatro personas, uno de ellos partido por la mitad, en el municipio de Iguala, y el comandante de la Policía comunitaria de Quechultenango y su esposa fueron asesinados, en una jornada gris para Guerrero.