"El Gobierno estadounidense jamás ha desarrollado una doctrina sancionada legislativamente, un marco de trabajo para la planificación preparación y ejecución de las operaciones de contingencia a través de la colaboración entre organismos diplomáticos, de desarrollo y Ejército", afirma el documento de 513 páginas, titulado 'Duras Lecciones: La Experiencia de la Reconstrucción en Irak', y que circula ya entre diversos grupos de análisis y expertos en política de Washington.

En él, se concluye también que el Pentágono exageró el progreso realizado en el país para esconder enormes deficiencias, principalmente en el ámbito esencial de la remodelación de las fuerzas de seguridad iraquíes. Uno de los párrafos del texto cita al ex secretario de Estado, Colin Powell, afirmando que en los meses inmediatamente posteriores a la invasión de Irak, el Departamento de Defensa "seguía inventándose la cantidad de fuerzas de seguridad iraquíes en el país", inflando la cifra en 20.000 hombres por semana."(Desde el Pentágono) Decían 'ahora tenemos 80.000 efectivos de seguridad, ahora tenemos 100.000, ahora tenemos 120.000...", declaraba Powell.

Estas declaraciones están corroboradas tanto por el antiguo comandante de las tropas de tierra en Irak, general Ricardo Sánchez, como por el administrador civil de la Autoridad Provisional previa al Gobierno iraquí, Paul Bremer, y apuntan a otra conclusión que estima que Estados Unidos carece, en estos momentos, tanto de la capacidad técnica como de la estructura necesarias para abordar un programa de reconstrucción a semejante escala, el más importante jamás emprendido desde el Plan Marshall tras la Segunda Guerra Mundial.

CUESTIÓN DE SEGURIDAD

Jamás se sabrá si el esfuerzo de reconstrucción pudo haber tenido lugar en un entorno más pacífico. El informe lamenta la decisión adoptada por la Autoridad Provisional de Bremer en abril de 2004, cuando se ordenó la disolución de las fuerzas de seguridad iraquíes, quienes se amotinaron o abandonaron sus puestos ante el estallido de la insurgencia, enviando a Irak por un camino de violencia del que jamás se ha recuperado por completo.

Los altísimos índices de violencia en Irak registrados en los meses posteriores a la invasión se convirtieron en un grave obstáculo para la consecución de un proyecto para el que "el Gobierno estadounidense no estaba preparado adecuadamente", cita el director del informe, el republicano Stuart W. Bowen Jr., inspector general especial para la reconstrucción de Irak (SIGIR).

Bowen reconoce no tener respuesta concreta a por qué las autoridades estadounidenses insistían en seguir avanzando con este programa, a pesar de que las condiciones de seguridad en el país hacían prácticamente imposible que pudiera funcionar. "Serán otros los que tengan que contestar a esa cuestión", apuntó en el informe.

El documento, además, anticipa un oscuro futuro para la reconstrucción de Irak. A pesar de todo el dinero invertido, el informe considera que los más de 117.000 millones de dólares invertidos en los programas de infraestructuras no cubren los daños materiales y los saqueos provocados durante la invasión del país árabe, y que el dinero que llega actualmente el país "se divide en un sistema de reparto controlado por políticos locales y jefes tribales" con carácter mafioso.

"Nuestro concejal local de Rasheed", afirma al diario un diplomático estadounidense encargado de este sector de Bagdad, "se ha convertido en el Tony Soprano del barrio --en referencia al jefe mafioso de la serie de televisión--", quien insiste en emplear su propia mano de obra para desarrollar infraestructuras para las que, por otro lado, se necesitan conocimientos técnicos que no están a disposición de las comunidades locales. "Pero el concejal simplemente nos dice: 'O usáis a mi contratista, o el trabajo no se hace", concluye el diplomático.

PROYECTO EXPONENCIAL

En un momento dado, el informe explica el caso de un ingeniero estadounidense al que se le dan sólo cuatro horas de plazo para estimar el número de kilómetros de carreteras que sería necesario asfaltar. Es un ejemplo de lo que emerge como el retrato de un programa en el que sus funcionarios están trabajando a duras penas, y que parecía crecer exponencialmente ante la sorpresa de los que participaban en él.

En este sentido, el texto cita declaraciones textuales del ex secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, quien aseguraba que "Estados Unidos jamás se gastaría ni mil millones de dólares en Irak", aun conociendo que la producción nacional del país, y su capacidad para el abastecimiento a la población de servicios básicos como el suministro de agua, habían descendido en un 70 por ciento en las semanas posteriores a la invasión.

A pesar del aumento de la seguridad registrado estos dos últimos años, la producción eléctrica en Irak sólo ha crecido "un precario" 10 por ciento desde la época del dictador Sadam Husein. La capacidad de la industria petrolera no alcanza todavía los niveles de preguerra y, a pesar de que el suministro de agua se ha incrementado en un 30 por ciento, el sistema de tuberías en Irak se encuentra prácticamente arruinado y se desconoce cuánta cantidad de ese agua llega sin contaminar a las casas.

Y si bien el informe aplaude ciertos esfuerzos para fomentar el desarrollo local, como los llevados a cabo por la Agencia para el Desarrollo Internacional o por los equipos de reconstrucción conjuntos integrados por los Departamentos de Estado y Defensa, Bowen concluye, con una cita bastante pesimista, sacada de "Grandes Esperanzas", de Charles Dickens: "Gastamos tanto dinero como pudimos, pero obtuvimos tan poco dinero como aquél que conseguimos que la gente nos diera".