Las tropas lanzaron ayer ataques contra campos de Abu Sayyaf en las islas de Basilan y Joló, 1.200 kilómetros al sur de la capital, según la teniente Stephanie Cacho, portavoz del Mando de Mindanao Occidental del Ejército filipino.

Cacho afirmó que los militares se hicieron con el control de una zona montañosa de Basilan empleada habitualmente por los guerrilleros para transportar provisiones y las personas que secuestran.

Se trata del mismo lugar donde el pasado julio 14 marines fueron decapitados por los extremistas, crimen que causó una gran conmoción en el país.

En esta ocasión, Abu Sayyaf contó con la ayuda de rebeldes del Frente Moro de Liberación Islámica (FMLI), tres de cuyos combatientes perdieron la vida en los combates librados en las últimas 24 horas.

No obstante, el FMLI negó haberles ordenado socorrer a sus correligionarios y lamentó el fallecimiento de Sattar Alih, un experto en bombas e integrante del equipo que supervisa el alto el fuego con el Gobierno, en teoría todavía vigente en la región desde 2003.

Fundado en 1991 por ex combatientes de la guerra de Afganistán contra la Unión Soviética, Abu Sayyaf está vinculado a la Yemaa Islámica, el brazo de Al Qaeda en el sudeste de Asia.

Considerado un grupo terrorista por los gobiernos de Filipinas y Estados Unidos, se le atribuyen algunos de los ataques más sangrientos de los últimos años en el país y múltiples secuestros de locales y extranjeros.

Por su parte, el FMLI, establecido en 1984, es la mayor organización separatista del país con más de 12.000 militantes que luchan a favor de un Estado islámico independiente en el sur, antaño dominado por sultanatos malayos.

Desde que el pasado agosto el Tribunal Supremo suspendiera un memorando de entendimiento con el Ejecutivo, previo a la firma de un acuerdo de paz, el sur de Mindanao sufre una ola de violencia que ha dejado más de 300 víctimas mortales, la mayoría civiles, y cerca de medio millón de desplazados.

Casi cuatro décadas de conflicto étnico, religioso y tribal han causado miles de muertos y cerca de dos millones de refugiados en una de las áreas más pobres del archipiélago.