Millones de musulmanes en todo el mundo se preparan para la festividad que recuerda el sacrificio de Ismail, en la que se acostumbra degollar un cordero, en recuerdo de lo que el patriarca bíblico Abraham intentó hacer con su primogénito, hijo de la esclava Agar y padre de todos los mahometanos.

Para judíos y cristianos, quien debió ser sacrificado por mandato divino fue Isaac, hijo de su esposa Sara.

Con motivo de estas fechas, en el mercado central de Gaza el bullicio es mayor que nunca, pero no la compra de productos.

Abdula al-Sheij, vendedor de 42 años, se harta cada día de desgañitarse llamando a potenciales compradores, a los que trata de convencer para que adquieran su mercancía, que descansa sobre una pequeña mesa de madera.

Pero un día más tira la toalla y se sienta junto a su puesto a leer el periódico oficialista del grupo islamista Hamás, con la esperanza de encontrar alguna buena noticia.

"u00A1Mira! Todo aquí está hecho pedazos, las noticias sobre Gaza cada vez son peores. Me paso el día gritando a la gente para que compre, pero no se lo puede permitir", se lamenta el vendedor.

Israel mantiene estrictamente cerrados todos los pasos comerciales con la franja desde hace un mes, en respuesta al disparo de más de doscientos cohetes y proyectiles de mortero por milicianos de Gaza en noviembre.

Los ataques, que comenzaron tras una incursión militar israelí, seguirán, advierten las milicias, y mientras continúen las fronteras permanecerán cerradas y la entrada de productos suspendida, lo que perpetúa este círculo vicioso.

Además de bienes como los combustibles, productos alimenticios y médicos o material de construcción, Israel también bloquea la entrada de más de 200 millones de shékels a los bancos de Gaza.

Esta situación ha hecho aumentar la tasa de desempleo en este territorio habitado por millón y medio de personas hasta el 65 por ciento, en unos días donde los preparativos para la fiesta y las compras de última hora eran la tónica.

"La Autoridad Palestina no tiene moneda propia, así que los palestinos usamos el shékel israelí, el dinar jordano o el dólar estadounidense", explica el economista Omer Shaban.

El shékel es empleado en la vida cotidiana, mientras que el dinar jordano y el dólar se utilizan para la compra de propiedades, terrenos, viviendas, animales y vehículos.

Los empleados en Gaza generalmente cobran sus sueldos en shékels, sin embargo, desde que Israel suspendiera su provisión a los bancos de la franja hace un mes el poder adquisitivo se ha reducido de forma considerable.

"El kilo de carne hoy cuesta unos 70 shékels (13,83 euros), el doble que hace un año", se queja un lugareño, antes de que se inicie una festividad en la que la costumbre es comer carne de cordero u oveja.

Los políticos de Gaza dicen que la situación humanitaria es la más grave desde 1967, cuando Israel ocupó ese territorio, debido a un bloqueo que deja a la población prácticamente sin combustible, electricidad, comida o medicinas, además de dinero.

"Podemos clasificar a la gente en dos tipos: los que tienen dinero, pero no pueden comprar productos básicos porque sólo tienen dinares jordanos o dólares", y "los que básicamente no tienen ningún dinero y dependen de las organizaciones de ayuda humanitaria", dice Mohamed al-Ajras, un activista de derechos humanos.

Israel y Hamás dan por concluida la tregua que alcanzaron en junio, con mediación egipcia y que tenía una vigencia de seis meses, e insisten en que a partir del 19 de diciembre no renovarán su compromiso.

Entretanto, continúan los ataques mutuos y el Gobierno israelí mantiene la frontera cerrada.

"No se ha permitido la entrada de productos a través de Israel durante un mes y todo lo que vemos hoy en el mercado es de fabricación egipcia o china, y demasiado caro", asegura Salima Abu Tahun, de 45 años y madre de seis hijos.

Muchas personas en Gaza creen que, como siempre, el pueblo es el gran sacrificado, pero en este caso a manos de los gobernantes, fuera y dentro de la franja, en lugar de por mandato divino.