Esa postura fue mantenida por el vicesecretario general de Naciones Unidas para Asuntos Humanitarios y coordinador de Ayuda de Emergencia, John Holmes, en una rueda de prensa en Jartum, tras una gira por Darfur y el sur de Sudán.

Asimismo, el responsable internacional pidió el cambio de la atmósfera política que se vive dentro de los campamentos de refugiados de esa región para que regresen a sus hogares

En ese sentido, afirmó que el "proceso de politización sistemática que se lleva cabo dentro de esos campos" dificultara el retorno de los desplazados a sus regiones.

Holmes aludía a las actividades que efectúan las partes implicadas en la guerra: las autoridades y los grupos rebeldes.

También, reveló que el aumento de las armas se ha detectado en los lugares de acogida de refugiados de Darfur establecidos en el vecino Chad, fronterizo con Darfur.

Dijo que ha alentado al Gobierno chadiano a intervenir para poner fin a esa situación.

Por otra parte, denunció que, desde principio de año, once funcionarios humanitarios han muerto (en ataques) y un total de 260 vehículos de organizaciones de ayuda internacional han sido robados por los insurgentes en Darfur.

Pese a eso, Holmes mostró su "gran satisfacción" por la colaboración que el Gobierno sudanés presta para facilitar el envío de ayuda humanitaria a los refugiados de esa región.

Por último, manifestó su esperanza de que el alto el fuego unilateral anunciado por el presidente de Sudán, Omar al Bashir, el 12 de noviembre pasado impulse un avance en el proceso de paz de Darfur, por lo que instó a los movimientos rebeldes a adherirse a esa iniciativa.

El conflicto de Darfur comenzó en enero de 2003, cuando dos grupos armados se rebelaron contra el Gobierno por la situación de pobreza en la que se encontraba sumida esa región.

Desde entonces, unas 300.000 personas han perdido la vida y al menos dos millones y medio más se han visto obligadas a abandonar sus hogares, según la ONU.