Asimismo, destacó la "enorme necesidad" de un mecanismo de seguimiento de la ayuda y cooperación para el desarrollo, en el que participen las economías emergentes, así como un mecanismo de compensación por los incumplimientos en este ámbito.

En este sentido, explicó que los compromisos internacionales han fallado en muchos aspectos, pero que Argentina no está "dispuesta a renunciar a ninguno de los acuerdos alcanzados en Monterrey".

En 2002, en Monterrey (México) se estableció, entre otras cosas, que el 0,7 por ciento del producto interior bruto (PIB) de los países ricos debía ser destinado en ayuda a los países pobres.

En cuanto a la crisis financiera global, destacó que hay que rediseñar el sistema económico para que esté al servicio del desarrollo y de la mejora del nivel de vida y del bienestar de toda la población.

Asimismo, dijo que en el nuevo orden económico deberán participar todos los países y la ONU deberá desempeñar un papel activo en él, ya que "se necesitan solidaridad y mutilateralismo para revertir la pobreza", aseguró.

Por otra parte, destacó la importancia de la coordinación de los países en desarrollo a la hora de adoptar medidas para salvaguardar sus economías reales y de enfrentarse a los problemas que plantea la ayuda al desarrollo.