Obama y McCain son los candidatos presidenciales de los dos grandes partidos: demócrata y republicano, pero a los comicios se presentan otros como el implacable ecologista Ralph Nader. El peligro de los independientes es que restan votos a los grandes.

Probablemente si ellos no hubieran estado Kerry habría ganado en 2004. El sistema electoral americano se inspira en el británico, con diferencias sustanciales, ya que está diseñado para una inmensa república federal. Una de ellas son las primarias, que sirven para que cada partido escoja a sus candidatos. Las ideas se debaten y la gente -no los partidos- vota. Las elecciones siempre se celebran «el martes siguiente al primer lunes de noviembre » -el 4 de noviembre- para elegir al presidente. Los ciudadanos no eligen directamente al mandatario. Decide el Colegio Electoral, vigente desde hace algo más de dos siglos y herencia de los padres de la Constitución de 1787.

Lo integran 538 delegados que corresponden a cien senadores -dos por cada uno de los cincuenta estados-, los 435 representantes -cuya distribución se reparte en función de la población de cada estado- y tres delegados delDistrito de Colombia, donde se encuentra la capital política del país, Washington DC.

El candidato que logra la mayoría del voto popular el día de los comicios es el que obtiene todos los votos electorales de este Estado, en algo que se conoce como «todos los votos para el ganador», salvo en Maine y Nebraska, donde se aplica una variedad de la regla proporcional para asignar el número de compromisarios a cada candidato. Por eso algunos estados son claves para ganar. California tiene 54 votos electorales; NuevaYork, 33, y Ohio, Carolina del Norte, Pensilvania y Florida suman 76 votos electorales.

El lunes siguiente al segundo miércoles de diciembre -15 de diciembre-, los representantes del Colegio Electoral se reúnen en la capital de su Estado para depositar dos votos, uno para el presidente y otro para el vicepresidente. Ese día, para ganar las elecciones el candidato presidencial deberá recibir una mayoría simple, es decir, por lo menos 270 de los 538 votos electorales. Se pueden ganar las elecciones sin ser el candidato más votado (ha sucedido tres veces, la última en 1888). El nuevo presidente tomará posesión en enero.