Los ocho países más industrializados del mundo alcanzaron ayer en Japón un acuerdo histórico en la lucha contra el cambio climático. Los integrantes del elitista G8 se comprometieron a reducir a la mitad las emisiones de gases con efecto invernadero para 2050, un acuerdo especialmente significativo por la rúbrica de Estados Unidos. Sin embargo, tanto Naciones Unidas como los países en vías de desarrollo echan de menos que el documento concrete también objetivos numéricos a más corto plazo, concretamente para 2020, lo que ayudaría a valorar mejor los progresos.

Las ocho potencias anunciaron su intención de trabajar conjuntamente con los 200 países implicados en las negociaciones de la ONU contra el cambio climático de cara a reducir las emisiones de gases contaminantes a la mitad en 2050. La base anual para conseguir este objetivo, como aseguró el primer ministro japonés, Yasuo Ffukuda, es el "actual nivel" de emisiones, una postura que discrepa con la posición de la UE y de los grupos ecologistas, que consideran que la base anual debe fijarse en función de la de 1990. No obstante, según el presidente de la Comisión Europea, Durao Barroso, "es una fuerte señal para los ciudadanos de todo el mundo".

El comunicado se centra en las conversaciones sobre cambio climático que se llevan a cabo para crear un nuevo marco cuando expire en 2012 el Protocolo de Kioto y que concluirán en diciembre del próximo año. El año pasado, el G8 únicamente se limitó a llegar a un acuerdo sobre la necesidad de "considerar seriamente" el objetivo de reducir a la mitad las emisiones.

Sin embargo, en esta ocasión, algunas voces también han rebajado el supuesto éxito de este acuerdo. Y es que Japón, Reino Unido, Canadá, Alemania, Francia, Italia, Estados Unidos y Rusia establecieron objetivos a medio plazo necesarios para conseguir los objetivos finales de 2050, pero no propone cifras concretas, algo que no ha pasado por alto ni para Naciones Unidas ni para las naciones en vías de desarrollo. México, Brasil, China, India y Sudáfrica, que representan el 42% de la población mundial, urgieron a sus "hermanos mayores" a fijar un objetivo de reducción de entre el 25 y el 40 por ciento para 2020 con base en 1990. Asimismo, el secretario de la ONU para el cambio climático, Yvo de Boer, dijo tener "sentimientos mezclados", puesto que aunque resalta los compromisos alcanzados, echa en falta cifras intermedias.

Los otros temas que están protagonizando esta cumbre, entrelazados en cierta manera, son la crisis alimentaria y el alza imparable de los precios del crudo. En un comunicado tras el segundo día de cumbre, los líderes de las ocho potencias coincidieron en la necesidad de estabilizar ambos precios y en desarrollar iniciativas al respecto, de momento sin aclarar. Asimismo, instaron a China a dejar de controlar el tipo del cambio del yuan para reducir el desequilibrio financiero global.