La antorcha olímpica de Pekín comenzó ayer su recorrido de tres horas por Lhasa, la capital de Tíbet, en un acto que para las autoridades podría ser una oportunidad para reafirmar la soberanía china sobre la zona y para que se olviden los desórdenes de hace tres meses.

Mientras tanto, las autoridades chinas aseguran haber liberado a 1.157 manifestantes tibetanos que participaron en las protestas de marzo, una decisión que coincide con el paso de la antorcha olímpica, según informó ayer la agencia de noticias Xinhua.

Unas horas más tarde del anuncio, Dawa Yangzom, profesora tibetana de 32 años, iniciaba el relevo de la antorcha a su paso por Lhasa tras un minuto de silencio por el terremoto del 12 de mayo en Sichuan, un relevo que ha disparado las protestas de grupos tibetanos en el exilio que temen más protestas en el Tíbet.

Según los periodistas desplazados a la zona, el inicio del relevo en Lhasa se vive en un clima de tensión por el intenso despliegue de fuerzas de seguridad para sofocar cualquier atisbo de revuelta.

Según el vicepresidente ejecutivo de la región autónoma china, Palma Trily, los tribunales tibetanos decidieron liberar a estos más de mil manifestantes por haber sido acusados de delitos menores, aunque añadió que 12 manifestantes fueron condenados por su implicación en las revueltas del 14 de marzo contra el poder chino.

El tribunal hizo pública la noticia la víspera del segundo paso de la antorcha olímpica por el Tíbet después de que el 8 de mayo culminara la cima del Everest por primera vez en la historia del olimpismo, lo que disparó las protestas de grupos tibetanos pro independentistas en el exilio.

En total 42 personas han recibido sentencias desde marzo por sus "actos en las revueltas", tales como incendios, robos y asaltos a órganos del estado, mientras que otros 116 manifestantes están a la espera de ser juzgados.