Los líderes de la Unión Europea se mostraron ayer unánimemente dispuestos a dar "tiempo" al Gobierno irlandés para que proponga una solución al rechazo en su país del Tratado de Lisboa, pero descartan una renegociación del texto. Los Veintisiete han comenzado en Bruselas su cumbre semestral que está dominada por el resultado negativo del referéndum celebrado el jueves pasado en Irlanda.

La reticencia de los socios europeos a reabrir los acuerdos institucionales contenidos en el nuevo tratado fue expresada con claridad por el presidente de la Comisión Europea, Durao Barroso, el primero en recibir ayer antes de la cumbre al primer ministro irlandés, Brian Cowen.

"Un cambio institucional (en el Tratado) es extraordinariamente difícil. El Tratado fue negociado largo tiempo por los veintisiete estados miembros", afirmó Barroso a los medios en presencia de Cowen.

El "taoiseach", por su parte, subrayó que "es necesario" dar a Irlanda "tiempo para analizar el voto", y volvió a decir que es "demasiado pronto" para pensar en un segundo referéndum antes de las elecciones al Parlamento Europeo previstas para junio de 2009.

Tanto Barroso como Cowen coincidieron en que hay que "respetar el voto de los irlandeses" contra el Tratado de Lisboa, pero a la vez proseguir el proceso de ratificación en los siete países de la UE que aún no lo han completado (entre ellos España), porque el derecho de éstos a opinar también tiene que ser respetado. Los gobernantes europeos se darán de plazo hasta octubre para analizar las peticiones de Dublín.

La canciller alemana, Angela Merkel, manifestó que Europa "no necesita otro periodo de reflexión", como el que siguió a la crisis de la Constitución europea y que duró un año, para superar el "no" de Irlanda.

El presidente del Consejo Europeo, el primer ministro esloveno, Janez Jansa, confesó su impresión de que Irlanda no presentará "soluciones menores".