El presunto cerebro de los atentados del 11 de septiembre de 2001, Jalid Sheij Mohamed, se defenderá a sí mismo en el proceso que se inició hoy contra él en Guantánamo, y que lo considera una vía hacia el "martirio".

Mohamed, de 43 años, compareció junto a cuatro supuestos colaboradores ante un tribunal militar antiterrorista levantado en una antigua pista de aterrizaje en la base estadounidense en territorio cubano.

Fue su primera aparición pública desde que fuera apresado en Pakistán en 2003, encarcelado en prisiones secretas de la CIA, sometido presuntamente a asfixias simuladas y finalmente trasladado a Guantánamo en septiembre de 2006.

Tenía una barba larga, canosa, que se mesaba con frecuencia, e iba ataviado con la túnica y turbante blancos que usan normalmente los prisioneros de Guantánamo. Estaba más delgado que en las fotos que el Pentágono divulgó con su captura. "No aceptaré ningún abogado. Me representaré yo mismo", dijo en inglés Mohamed, tras entonar unas cánticos religiosos en árabe.

El juez Ralph Kohlmann, un coronel de los Marines, le preguntó si entendía que puede llegar a ser condenado a muerte.

"Eso es lo que quiero. Hace mucho que pretendo ser un mártir", respondió Mohamed, quien dijo que no admitirá a ningún abogado de Estados Unidos, por las acciones de ese país en Afganistán, Irak y "la Tierra Santa".

El magistrado aceptó su decisión y ordenó a su abogado militar que le siga asesorando, pero dijo que estudiará si sus letrados civiles podrán seguir en el caso o no, dado que ya no le representarán.

También comparecieron hoy Ali Abdul Aziz Ali, Walid bin Attash, Ramzi Binalshibh y Mustafa al-Hawsawi. La misma postura que Mohamed adoptó Walid Bin Attash, quien presuntamente entrenó a algunos de los secuestradores del 11-S. El juez también le advirtió de que puede ser condenado a muerte, pero el acusado respondió: "Ustedes han matado a mi hermano, que era menor que yo. Esta es mi hora para estar en sus manos".

Mohamed aprovechó la audiencia para quejarse de que "todo lo que hablamos es bajo tortura" -"Esto es la inquisición, no un juicio"- y pidió que se le permita hablar con los otros cuatro procesados, pero Kohlmann dijo que no aceptará "una defensa conjunta".

La vista de hoy fue el primer paso en el proceso legal que llevará al juicio colectivo, fijado para el 15 de septiembre, y que se rige según unas normas especialmente diseñadas para supuestos terroristas por la administración del presidente George W. Bush.

Se permite, por ejemplo, el uso de confesiones obtenidas tras interrogatorios en los que los detenidos fueron sujetos a frío extremo o forzados a adoptar posiciones corporales incómodas durante largo tiempo.

El magistrado tiene también la potestad de cortar el sonido en cualquier momento de las audiencias para que la prensa reunida en Guantánamo no escuche la información que "perjudique la seguridad nacional" de Estados Unidos. No cerró hoy ninguna parte de la sesión, pero un censor militar ordenó a la autora de los bocetos de Mohamed que le cambiara la nariz. No explicó si se trataba de una corrección artística.

Dos abogados civiles de los acusados no pudieron estar presentes en la vista porque el Pentágono no les había dado una autorización de seguridad, según reveló el juez. David Nevin, uno de los abogados de Mohamed, afirmó que sólo había podido reunirse con el acusado en dos ocasiones por un total de cinco horas.

Lo mismo afirmó Thomas Durkin, el abogado civil de Binalshibh, el único detenido con los pies encadenados al suelo. Binalshibh recibe medicamentos, aparentemente por un problema mental no especificado.

El juez no respondió a las quejas de la defensa. Mohamed ha confesado ser el artífice de los atentados del 11-S, que causaron casi 3.000 muertes en Nueva York, Washington y Pensilvania, y ha dicho que él mismo decapitó al periodista estadounidense Daniel Pearl en 2002 en Pakistán.

Binalshibh presuntamente actuó como el principal intermediario de los secuestradores con Mohamed, Ali supuestamente se ocupó de enviar dinero a los secuestradores y al-Hawsawi fue su asistente. La Fiscalía ha pedido la pena de muerte para todos ellos.