A diferencia de Hillary Clinton y Barack Obama, John McCain conoce el camino que le separa de las elecciones presidenciales de noviembre. Son siete meses en los que debe perfilar su campaña para distanciarse de la pobre percepción pública que deja el presidente Bush. El senador por Arizona demostró su doble juego esta semana criticando la actuación de la administración Bush frente al desastre del Katrina pero apostando al mismo tiempo por el recorte de impuestos propuesto por la Casa Blanca y que él mismo rechazó hace ya siete años.

Así, el precandidato republicano a la presidencia realizó el jueves una de sus críticas más encendidas a la Administración del presidente George W. Bush, al considerar "terrible y desgraciada" la respuesta del Gobierno federal en los momentos posteriores al paso del huracán Katrina por Nueva Orleans, en agosto de 2005.

Entre la lista de errores, McCain lamentó la "falta de capacidad de los encargados" de supervisar las tareas de recuperación, atención a los heridos y control de daños, y consideró que existió "una completa falta de comprensión sobre las dimensiones del desastre, a la que habría que sumar un fallo en las comunicaciones".

Y no obstante, de gira por el sureste de EE UU, McCain se ha ganado la animadversión de los republicanos más centristas al apoyar medidas como una exención de tres meses sobre el impuesto de la gasolina, el incremento de los subsidios para los proveedores rurales de Internet o duplicar el impuesto crediticio para las familias con hijos dependientes.